Pensamientos y valores dedicados a mis nietos “El tiempo que perdiste por tu rosa hace que tu rosa sea tan importante”. (Saint-Exupéry) Ellos son mis más hermosas rosas
"La mejor herencia que se le puede dar a un niño para que pueda hacer su propio camino, es permitir que camine por sí mismo." Isadora Duncan
"Estoy convencido que uno de los tesoros que guardan los años es la dicha de ser abuelo"
Abel Pérez Rojas
Abel Pérez Rojas
"No entiendes realmente algo a menos que seas capaz de explicárselo a tu abuela." Albert Einstein
Forman parte de la orquesta
miércoles, 11 de junio de 2014
El Enigma de la Atalaya. 3.- El Alijo
Se alejaron del lugar hasta llegar a una de las plazas del pueblo, cerca del estanque, y se sentaron en uno de los bancos allí dispuestos. Cuando la señorita Gómez se calmó empezó a explicar lo ocurrido.
-Llegué a la casa poco después de que os fuerais, venía de hacer la compra. No entiendo nada de lo ocurrido. Encendí después de llegar el horno de gas para cocinar. Cuando terminé lo apagué. ¡Sí!, ¡estoy segura de que lo apagué! –dijo mientras asentía con total convicción-. Entonces subí al primer piso para limpiar los manteles y… un rato después la cocina explotó. Me quedé atrapada entre las llamas hasta que vino Sebastián… me estaba empezando a asar. Todo se ha quemado, al menos conseguí sacar el dinero de la caja… lo tengo aquí…
-Vaya. Hubiera sido mejor que se quemara. Así no te lo robarían –bromeó su hermano, el comisario-.
-Si explotó la cocina, fue por el gas. Pero, si lo apagaste de verdad, alguien tuvo que volver a encenderlo –razonó Longman-.
-Eso es relativamente sencillo -intervino Sebastián, el alguacil salvador-. Pero la cuestión es: ¿Cómo encendieron el fuego? Quien lo hizo tuvo que morir instantáneamente por estar dentro del edificio. Y no hemos encontrado ningún cuerpo…
-Bah -murmuró el ex comisario-. Que alguien me deje un mechero.
El ex comisario sacó de su bolsillo un cordón de zapatos y un pedazo de vela. Cogió una piedra del suelo y el mechero que le ofrecía el alguacil. Ató el cordón a una farola, la piedra en el otro extremo y puso la vela encendida debajo de la cuerda y el mechero en el suelo bajo la piedra.
-Ajá. La vela se va gastando y la cocina cogiendo temperatura… la vela se gasta del todo y la cuerda se quema -dijo acompañando el verbo con los gestos-.
La cuerda se partió en ese momento en dos. La piedra cayó con fuerza sobre el mechero, que se aplastó y partió en varios pedazos. Inmediatamente, el gas se inflamó y empezó a arder.
-La habitación está llena de gas. Aparece una llama potente y...¡¡¡BOOOM!!! –dijo al tiempo que todos se sobresaltaban-.
-Entiendo…vaya, no se me había ocurrido… -se medio excusó Sebastián-.
-Pero… ¿por qué? ¿Por qué hicieron esto? –se preguntó la señorita Gómez-.
-Una cosa está clara: no ha sido Emilio Watson el que ha causado la explosión, descartado –afirmó el comisario Gómez-.
-¿Qué es lo que ha pasado? -preguntó su hermana-.
-Pues…-dijo el comisario, dudoso-.
-Le han pegado un tiro –espetó el ex comisario Longman-.
La señorita Gómez se llevó una mano a la boca.
-Puede usted venir a mi casa, señorita Matilde -ofreció amablemente Sebastián, con una timidez extrema-.
-Y mi maleta… la he perdido -susurró el ex comisario-.
************
Una vez que el alguacil y la señorita Gómez se hubieron marchado, los dos hombres se dirigieron otra vez al edificio del periódico. Al poco de llegar pudieron interrogar a la secretaria, pero no obtuvieron ninguna información. Cuando hubieron terminado se les acercó el joven Jaime.
-Oiga, señor detective, tengo una cosa que decirle.
-Adelante. Rápido.
-El director me dejó un mensaje poco antes de que llegaran ustedes y quería entregárselo. Aquí está – dijo mientras se lo mostraba-.
-para comunicar al comisario-
ENCONTRADO ALIJO COCAÍNA. Por favor, investigue. Museo HISTORIA, calle Almirante Ortega
-Eso es. Bien, muy bien. Creo que esto se va aclarando –pensó en voz alta Gómez-.
-Adiós, señor comisario.
El joven volvió a su mesa y la secretaria con cara de sapo se puso a gritarle que redactase la noticia del crimen. Tenía la cara desencajada y los ojos llorosos.
-¡Ja! Ya sé adónde tenemos que ir ahora -dijo con convicción el comisario-.
-¿Dónde? –le preguntó a su vez Longman-
-Al museo de antigüedades, por supuesto. Tenemos la razón por la cual dispararon a Watson. Debió de descubrir el alijo de droga y quisieron silenciarle. Por fin vamos a descubrir algo interesante.
************
Cuando llegaron al museo de antigüedades de Atalaya Village el lugar estaba en pleno bullicio. Había varios obreros descolgando cuadros de su sitio, guardando las armaduras, empaquetando los objetos… Y allí estaba Xavier McKinnon.
-¿Qué está pasando aquí? -le preguntó el comisario muy extrañado-.
-Estamos de mudanza –contestó muy serio-. Voy a guardar todas las piezas y obras de arte bajo llave en un lugar seguro. Luego cerraremos el museo y a esperar a que se aclare la situación. Están pasando cosas muy raras en este pueblo.
-¿Nos dejas buscar algo por aquí? –preguntó Gómez-.
-Adelante.
El comisario se puso a buscar entre los cuadros y el ex comisario entre las armaduras. Al final, al no encontrar nada, acudieron a McKinnon.
-¿No has visto nada especialmente raro en el museo? Creemos que… - comenzó Longman-.
-No, casi nada raro. Nos han robado las lanzas y las espa…
-¡Espadas! –interrumpió con fuerte voz el ex comisario-. Rápidamente cogió una y dio un mandoblazo contra la pared. La espada se partió en dos limpiamente. Del interior se desprendió una gran cantidad de polvo blanco.
-¡Cocaína! – confirmó Longman-.
-Pero, ¿qué…?
-Esta espada es falsa. La empuñadura es completamente distinta a las demás, ¿no lo ve? –le indicó el ex comisario-. La empuñadura de la espada falsa está decorada con…
-¡Guitarras eléctricas! –exclamó el director.-
-¿Puede explicarme qué hacía ahí esa espada, señor McKinnon?
-Yo…yo no sé ni lo que es ese polvo, señor…
-Mi nombre no importa ahora. Le acabo de pillar con un alijo de droga y por lo tanto es usted ahora el sospechoso principal en este caso.
-Pero…yo…
-Cállese. Quiero llegar al fondo de esto.
Longman sacó una bolsita del bolsillo y metió dentro la cocaína. Se la guardó e hizo una seña al comisario, los dos se dirigieron a la salida del museo. El ex comisario guardaba en la mano algo que había encontrado entre el polvo de cocaína. Se trataba de una colilla de cigarrillo.
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Longman decidió instalarse en otro hostal que al igual que el “Atalaya Queen” estaba situado debajo de la atalaya. El nuevo alojamiento era mucho mejor pero las vistas no eran comparables.
-¿Se te ha ocurrido algo? -le apremiaba el comisario Gómez-.
-Mmmm -contestaba siempre el otro-.
-¿Y Ernesto Saavedra? ¿Qué pasa con él? ¡Ha desaparecido! ¡Emilio Watson no tuvo tiempo de decirnos dónde está!
-Déjame, déjame pensar. Ahora vuelvo.
El ex comisario fue caminando con su cojera habitual desde el hostal hasta la casa del alcalde, no muy lejos de allí. Llamó al timbre. Llamó otra vez, pero nada. Aporreó la puerta y, ante su sorpresa, esta se abrió sola. El ex comisario recorrió en silencio la entrada, grande pero atestada de muebles y cubierta por una gruesa alfombra verde. Luego pasó al comedor. Todo estaba inmaculadamente limpio, sin una mota de polvo. Llegó a la primera habitación. La cama estaba muy bien hecha, los armarios cerrados y el escritorio ordenado. Fue a mirar debajo de…
-¿Quién es usted? –se oyó una voz a sus espaldas-.
Se volvió y vio a una mujer anciana, muy bajita y de pelo completamente blanco. Llevaba un vestido estampado de flores.
-¿Quién es usted, y qué hace aquí? –preguntó la mujer-.
-¡Lo mismo le digo yo a usted! – le contestó Longman-.
-Soy Marta Smith, ama de llaves del alcalde, Ernesto Saavedra.
-Yo soy el ex comisario Longman.
-Ah…el…el que sale en el periódico…
-Mmmm. ¿Usted se cree lo que escriben del Sr. Saavedra?
-¡Por supuesto que no! Meterse con el pobre Ernesto, ahora que ha desaparecido…
-El mismo día de la desaparición habíamos venido a verle, su mayordomo nos dijo que había ido al periódico. ¿Tiene usted algún dato más de aquel día?
-¿Su mayordomo? Sólo estoy yo al servicio del alcalde en la casa. Ernesto no tiene ningún mayordomo…
Presentación y personajes
Capítulo 1.- Robos (Primera parte)
Capítulo 1.- Robos (Segunda parte
Capitulo 2.- Crimen y explosión
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Sigo el relato con interés y expectante.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias Javier. Yo también lo leo a la par. Un abrazo y buen finde
EliminarVaya vaya, ahora tenemos un falso mayordomo. Qué misterioso. Y resulta muy intrigante el peculiar uso que se da a las espadas por ahí. La trama se complica con otros asuntos. Veremos por qué nuevos caminos nos lleva.
ResponderEliminarFeliz fin de semana
Bisous
Si que va rizando el rizo:-) El detective Henry no lo tiene nada fácil.
EliminarBisous madame . Buen finde