Para contar esta historia tengo que retroceder en el tiempo, tal vez 50 años o más. La vivimos todos mis amigos aunque el personaje protagonista fue un niño llamado Udo, tenia 9 años y compartimos clase por aquel entonces. Lo que ocurrió en aquellos años pudo suceder o no suceder, pudieron ser cosas de nuestra imaginación de niños a quienes les gusta inventarse historias fantásticas. En cualquier caso inventada o no, yo os la cuento tal como recuerdo. Y os aseguro que no fue muy divertido, pero si asombroso y aprendimos al menos que obedecer a nuestros padres era lo mejor que podíamos hacer.
Éramos cinco o seis amigos en la pandilla que en los recreos jugábamos juntos, compartíamos bocadillos y travesuras, sobre todo Udo que tenía unas ideas geniales.
Nuestro Cole era muy grande y estaba en medio de un bosquecillo. No tenia valla ninguna.
Éramos cinco o seis amigos en la pandilla que en los recreos jugábamos juntos, compartíamos bocadillos y travesuras, sobre todo Udo que tenía unas ideas geniales.
Nuestro Cole era muy grande y estaba en medio de un bosquecillo. No tenia valla ninguna.
En Venezuela en aquella época esto era lo normal, encontrar árboles, hierbas altas, corrientes de agua, charcos llenos de ranas, riachuelos minúsculos, y barro. No es de extrañar que el escondite era uno de nuestros juegos favoritos. Entre tanta caña, bambú, árboles era fácil ocultarse y no había quien nos encontrara. Otros días jugábamos a ser exploradores y nos inventábamos tesoros escondidos que teníamos que encontrar. Saltar a la comba y a las canicas era otra de nuestras aficiones
Un día de estos desobedeciendo a nuestra Alexia y por ocurrencia de Udo, nos alejamos más de lo permitido, para explorar unos matorrales que nos parecían misteriosos. De pronto oímos a Udo llamarnos a voces: “Eh mirad, mirad lo que he descubierto” Nos acercamos y descubrimos la entrada de una enorme cueva. Por lo menos entonces nos pareció muy grande. Estaba oscura y tenía grandes charcos de agua, y cuando gritábamos hacia eco.
Yo dije vámonos de aquí que me da miedo. Han tocado el timbre del cole y tenemos que e volver a clase. Echamos todos a correr menos Udo. “Vamos Udo ven que nos van a castigar”. Aún así llegamos tarde y encima de la regañina nos castigaron varios días sin recreo.
Udo apareció más tarde lleno de barro. La maestra le preguntó que como se había atrevido hacer algo así, sabiendo que había serpientes venenosas, culebras de todos los tamaños, y además estaba prohibido alejarse tanto del colegio.
Udo era muy travieso pero siempre había sido respetuoso y en aquel momento contesto muy mal y desde este cambió mucho, no estudiaba, no hablaba, ni quería jugar en los recreos con nosotros. Se le veía triste y serio, y pronto se quedó sin amigos.
La maestra llamó a sus padres y les dijo que si Udo seguía así, tendría que irse del colegio.
Al llegar a su casa su mamá le dijo que porque no volvía a rezar la oración del Ángel de la Guarda la noches como antes. Udo no quería ni oír hablar de rezar. Su mamá escribió la oración en una cartulina grande y la colgó encima de su cama.
Los de su pandilla estábamos muy preocupados y nos preguntamos que le podía haber ocurrido para cambiar así... “Pensemos que podemos hacer por él” dijo Víctor que era un poco mayor que nosotros. “Igual Udo se quedó sin su Ángel de la Guarda dije yo y podemos ayudarle a recuperarlo.” “Buena idea dijeron los demás”. Pero para eso tendremos que ir a la cueva, y si nos descubren nos castigarán. Víctor dijo que lo mejor era contárselo todo a la maestra y pedirle permiso. Ella nos dejó una linterna y nos acompañó a comprobar que tenía esa cueva de especial, y que secretos guardaba en su interior.
Para entrar nos empujamos unos a los otros, porque teníamos un poco de miedo. “Entra tú primero, no tú y al final pasamos todos juntos pegaditos y soltarnos de la mano. Nada más entrar vimos unas hermosas plumas por el suelo. Y creímos escuchar una voz muy hermosa que nos dijo:
Soy el Ángel de la guarda de Udo. Le dejé porque desobedeció cuando le pedí que no entrase en la cueva, no me escuchó y entró. Volveré con él si hace algo bueno por alguien. Nos asustamos tanto que echamos a correr y casi perdemos los zapatos. ¿Será verdad que alguien nos había hablado? “Yo oí la voz del Ángel dije y Udo tiene que hacer algo bueno por alguien “.
No me acuerdo que nos contó Alexia, pero dijo que ayudar a los demás siempre era bueno.
Esa tarde le dije a Udo que me acompañara a casa pero no quiso. Le seguí a la suya y cuando estaba cerca de él me tire al suelo y empecé quejarme , que me había hecho daño y que no podía andar.. Le pedí que me ayudara pero se fue dejándome tirada en el suelo. Esperé un ratito y Udo volvió. Me ayudó a levantarme y me llevó a casa. ¡¡Al fin había hecho algo bueno!!
Al día siguiente vino a verme y me contó que había rezado a su Ángel de la Guarda y que en su interior había escuchado una voz que le decía que volvía a estar con él.
Me contó que cuando se quedó en la cueva, oyó dos voces. Una que no entrara y volviera a clase con nosotros, y otra que no hiciera caso y entrara. “Desobedecí por curiosidad sin darme cuenta del peligro que corría.”
A partir de ese día Udo recuperó la alegría y volvió a ser el niño simpático de siempre. Nunca más se nos ocurrió acercarnos a esa cueva, que hoy se llama “Cueva del Ángel.” Pocas semanas después encontraron una gigantesca culebra cerca de nuestro Cole. Menudo susto. Se podía haber comido a Udo o a cualquiera de nosotros.
Ahora que soy mayor siempre me acuerdo de ese día y creo que obedecer a los papás y a los profesores, no alejarse demasiado de ellos salvará de muchos peligros a los niños.
Un día de estos desobedeciendo a nuestra Alexia y por ocurrencia de Udo, nos alejamos más de lo permitido, para explorar unos matorrales que nos parecían misteriosos. De pronto oímos a Udo llamarnos a voces: “Eh mirad, mirad lo que he descubierto” Nos acercamos y descubrimos la entrada de una enorme cueva. Por lo menos entonces nos pareció muy grande. Estaba oscura y tenía grandes charcos de agua, y cuando gritábamos hacia eco.
Yo dije vámonos de aquí que me da miedo. Han tocado el timbre del cole y tenemos que e volver a clase. Echamos todos a correr menos Udo. “Vamos Udo ven que nos van a castigar”. Aún así llegamos tarde y encima de la regañina nos castigaron varios días sin recreo.
Udo apareció más tarde lleno de barro. La maestra le preguntó que como se había atrevido hacer algo así, sabiendo que había serpientes venenosas, culebras de todos los tamaños, y además estaba prohibido alejarse tanto del colegio.
Udo era muy travieso pero siempre había sido respetuoso y en aquel momento contesto muy mal y desde este cambió mucho, no estudiaba, no hablaba, ni quería jugar en los recreos con nosotros. Se le veía triste y serio, y pronto se quedó sin amigos.
La maestra llamó a sus padres y les dijo que si Udo seguía así, tendría que irse del colegio.
Al llegar a su casa su mamá le dijo que porque no volvía a rezar la oración del Ángel de la Guarda la noches como antes. Udo no quería ni oír hablar de rezar. Su mamá escribió la oración en una cartulina grande y la colgó encima de su cama.
Los de su pandilla estábamos muy preocupados y nos preguntamos que le podía haber ocurrido para cambiar así... “Pensemos que podemos hacer por él” dijo Víctor que era un poco mayor que nosotros. “Igual Udo se quedó sin su Ángel de la Guarda dije yo y podemos ayudarle a recuperarlo.” “Buena idea dijeron los demás”. Pero para eso tendremos que ir a la cueva, y si nos descubren nos castigarán. Víctor dijo que lo mejor era contárselo todo a la maestra y pedirle permiso. Ella nos dejó una linterna y nos acompañó a comprobar que tenía esa cueva de especial, y que secretos guardaba en su interior.
Para entrar nos empujamos unos a los otros, porque teníamos un poco de miedo. “Entra tú primero, no tú y al final pasamos todos juntos pegaditos y soltarnos de la mano. Nada más entrar vimos unas hermosas plumas por el suelo. Y creímos escuchar una voz muy hermosa que nos dijo:
Soy el Ángel de la guarda de Udo. Le dejé porque desobedeció cuando le pedí que no entrase en la cueva, no me escuchó y entró. Volveré con él si hace algo bueno por alguien. Nos asustamos tanto que echamos a correr y casi perdemos los zapatos. ¿Será verdad que alguien nos había hablado? “Yo oí la voz del Ángel dije y Udo tiene que hacer algo bueno por alguien “.
No me acuerdo que nos contó Alexia, pero dijo que ayudar a los demás siempre era bueno.
Esa tarde le dije a Udo que me acompañara a casa pero no quiso. Le seguí a la suya y cuando estaba cerca de él me tire al suelo y empecé quejarme , que me había hecho daño y que no podía andar.. Le pedí que me ayudara pero se fue dejándome tirada en el suelo. Esperé un ratito y Udo volvió. Me ayudó a levantarme y me llevó a casa. ¡¡Al fin había hecho algo bueno!!
Al día siguiente vino a verme y me contó que había rezado a su Ángel de la Guarda y que en su interior había escuchado una voz que le decía que volvía a estar con él.
Me contó que cuando se quedó en la cueva, oyó dos voces. Una que no entrara y volviera a clase con nosotros, y otra que no hiciera caso y entrara. “Desobedecí por curiosidad sin darme cuenta del peligro que corría.”
A partir de ese día Udo recuperó la alegría y volvió a ser el niño simpático de siempre. Nunca más se nos ocurrió acercarnos a esa cueva, que hoy se llama “Cueva del Ángel.” Pocas semanas después encontraron una gigantesca culebra cerca de nuestro Cole. Menudo susto. Se podía haber comido a Udo o a cualquiera de nosotros.
Ahora que soy mayor siempre me acuerdo de ese día y creo que obedecer a los papás y a los profesores, no alejarse demasiado de ellos salvará de muchos peligros a los niños.
Colorín colorado esta historia se ha acabado
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Bienvenido. Gracias por tus palabras , las disfruto a tope y además aprendo.