Cuando escribo esto no quiero entrar en disquisiciones religiosas que son en realidad el origen de estas fiestas y su verdadero sentido ha pasado a un segundo plano o se ignora directamente. Punto y aparte.
Llegadas estas fechas me doy cuenta que voy cumpliendo años. Me van sonando gracias a mi privilegiada memoria cánticos escuchados tiempos atrás hablando de estas fiestas como algo fastidioso y cansino. Mas negativo que positivo.
Cada año que pasa me van siendo más familiares estas quejas y vuelven con más fuerza una y otra vez con mayor insistencia:
“Odio estas fechas, me producen tristeza” “Recuerdo a seres que faltan” “Un rollo pensar en los preparativos” “Ahora juntarnos aquí y allí para cubrir el expediente” “Vaya rollo pero no queda más remedio que cumplir” “¡Que a gusto me quedaba en mi casa!”…
Cuando era pequeña no tengo recuerdos de haber oído frases parecidas. Todo el ambiente olía a Navidad. No se conocía la palabra “Consumismo” y en cada uno afloraba lo mejor de las personas. La tónica siempre era compartir, agradar, complacer.
No recuerdo haber pedido nada nunca, ni escrito carta alguna al Niño Jesús ni a los Reyes ni a Papá Noel, y sí, me veo correteando alrededor de los pucheros, poniendo el árbol y viviendo la magia del momento.
Después mientras mis hijos eran pequeños, he procurado coger el testigo y preparaba ilusionada el ambiente más acogedor para que cada uno de los miembros desde los más peques hasta los mayores se sintieran a gusto y en el lugar que les correspondía. En el concepto de familia entraban todos: padres, hijos, hermanos, primos, suegros y hasta los amigos que se querían apuntar, todos tenían cabida en la mesa, en el hogar y en el corazón. Aún hay muchas personas pero cada vez menos, las que siguen creyendo que es una hermosa ocasión para juntarse, convivir y compartir el cariño aún cuando haya motivaciones diferentes.
Mi deseo también es seguir viendo a la familia unida, pero reconozco que cada vez se está convirtiendo en una tarea más ardua. Comienzo a notar como poco a poco se van acentuando la desgana y la falta de motivación entre los más jóvenes. Se van perdiendo la calidez, la espontaneidad del momento y la problemática personal, laboral y familiar puede con todas las tradiciones.
Llegadas estas fechas me doy cuenta que voy cumpliendo años. Me van sonando gracias a mi privilegiada memoria cánticos escuchados tiempos atrás hablando de estas fiestas como algo fastidioso y cansino. Mas negativo que positivo.
Cada año que pasa me van siendo más familiares estas quejas y vuelven con más fuerza una y otra vez con mayor insistencia:
“Odio estas fechas, me producen tristeza” “Recuerdo a seres que faltan” “Un rollo pensar en los preparativos” “Ahora juntarnos aquí y allí para cubrir el expediente” “Vaya rollo pero no queda más remedio que cumplir” “¡Que a gusto me quedaba en mi casa!”…
Cuando era pequeña no tengo recuerdos de haber oído frases parecidas. Todo el ambiente olía a Navidad. No se conocía la palabra “Consumismo” y en cada uno afloraba lo mejor de las personas. La tónica siempre era compartir, agradar, complacer.
No recuerdo haber pedido nada nunca, ni escrito carta alguna al Niño Jesús ni a los Reyes ni a Papá Noel, y sí, me veo correteando alrededor de los pucheros, poniendo el árbol y viviendo la magia del momento.
Después mientras mis hijos eran pequeños, he procurado coger el testigo y preparaba ilusionada el ambiente más acogedor para que cada uno de los miembros desde los más peques hasta los mayores se sintieran a gusto y en el lugar que les correspondía. En el concepto de familia entraban todos: padres, hijos, hermanos, primos, suegros y hasta los amigos que se querían apuntar, todos tenían cabida en la mesa, en el hogar y en el corazón. Aún hay muchas personas pero cada vez menos, las que siguen creyendo que es una hermosa ocasión para juntarse, convivir y compartir el cariño aún cuando haya motivaciones diferentes.
Mi deseo también es seguir viendo a la familia unida, pero reconozco que cada vez se está convirtiendo en una tarea más ardua. Comienzo a notar como poco a poco se van acentuando la desgana y la falta de motivación entre los más jóvenes. Se van perdiendo la calidez, la espontaneidad del momento y la problemática personal, laboral y familiar puede con todas las tradiciones.
El concepto de familia se reduce al pequeño núcleo de los que viven bajo el mismo techo y la mayoría no siente el deseo ni la necesidad de ampliar fronteras fuera de las cuatros paredes y el salir de ellas se convierte en agobio o en una obligación más, y no en una ilusión compartida.
Trato de desentrañar los porqués de este desencanto colectivo que impregna el ambiente en general y ello me lleva a pensar que no solo los tiempos han cambiado sino las circunstancias también. Los valores de antaño no nos sirven .
¿Tiene pues algún sentido conservar las antiguas tradiciones si no son asumidas como tales por todos? ¿Juntarse un montón de gente en unas fechas declaradas festivas a celebrar qué? ¿Para comer sin tener hambre? ¿Intercambiar experiencias con desgana? ¿Recordar vivencias y tal vez hasta rencores pasados? Total para comer vale cualquier día.
Nadie se aclara entre Papá Noel, Santa Nicolás, Los pajes, Los Reyes, el Niño Jesús o el Solsticio de Invierno. No es fácil elegir entre el turrón, el mazapán o el chocolate.
Solo los más pequeños permanecen ajenos. Siguen conservando en su inocencia, el brillo de su mirada e ilusión, y es lo que justifica cualquier esfuerzo.
Así es como percibo este año mi paso por estos días y lo acepto con la amplitud de miras que me ha caracterizado siempre.
Me llevo la sensación de que los vagones poco a poco se van desenganchando de los viejos trenes y se unen a nuevos destinos. ¿Mejores, peores? Simplemente diferentes.
Ante tales perspectivas, no les falta razón a los que dicen que para ellos son días como otros cualquiera.
Y flotan en el aire signos de abulia, tristeza, aburrimiento, mientras otros suspiran confiados que pronto será el 7 de Enero.
Trato de desentrañar los porqués de este desencanto colectivo que impregna el ambiente en general y ello me lleva a pensar que no solo los tiempos han cambiado sino las circunstancias también. Los valores de antaño no nos sirven .
¿Tiene pues algún sentido conservar las antiguas tradiciones si no son asumidas como tales por todos? ¿Juntarse un montón de gente en unas fechas declaradas festivas a celebrar qué? ¿Para comer sin tener hambre? ¿Intercambiar experiencias con desgana? ¿Recordar vivencias y tal vez hasta rencores pasados? Total para comer vale cualquier día.
Nadie se aclara entre Papá Noel, Santa Nicolás, Los pajes, Los Reyes, el Niño Jesús o el Solsticio de Invierno. No es fácil elegir entre el turrón, el mazapán o el chocolate.
Solo los más pequeños permanecen ajenos. Siguen conservando en su inocencia, el brillo de su mirada e ilusión, y es lo que justifica cualquier esfuerzo.
Así es como percibo este año mi paso por estos días y lo acepto con la amplitud de miras que me ha caracterizado siempre.
Me llevo la sensación de que los vagones poco a poco se van desenganchando de los viejos trenes y se unen a nuevos destinos. ¿Mejores, peores? Simplemente diferentes.
Ante tales perspectivas, no les falta razón a los que dicen que para ellos son días como otros cualquiera.
Y flotan en el aire signos de abulia, tristeza, aburrimiento, mientras otros suspiran confiados que pronto será el 7 de Enero.
Yo he sido muy tradicional celebrando estas Fiestas, pero la familia ha io creciendo, los hermanos lo pasan junto a sus respectivas familias, mi hijo en su casa con su mujer y los niños y nosotros hemos pasado la Nochebuena solos y la Navidad en la Residencia con mi suegra.
ResponderEliminarLa Nochevieja y el Año Nuevo lo pasaremos en casa de unos amigos.
La Navidad era mas que reunirse a comer, era mágica, era otra cosa.
Un beso Katy
Hola Katy:
ResponderEliminarComparto totalmente tu valoración. Se puede hablar mucho sobre este asunto desde diversos puntos de vista, pero en la raíz de todo, está la pérdida de valores, valors del tipo que sean. No tienen por qué ser religiosos, ni estar ligados a la Navidad. Que en estas fechas se pretenda exaltar una serie de ellos no es malo, todo lo contrario, pero la sociedad no está para pararse a pensar y compartir. Podría hacerse en cualquir otro momento del año, pero tampoco es posible. Mi conclusión es que estamos perdiendo los valores y con ellos el horizonte.
No sé qué tipo de sociedad saldrá de todo este proceso, pero a mi me parece que nada bueno.
¡Uff! Menudo rollo te he soltado.
Bueno, como hemos dicho en muchas ocasiones, disfrutemos cada momento dando y recibiendo lo mejor de los nuestros.
Un fuerte abrazo.
O sea mi querida amiga tu misma me confirmas lo que yo he empezado a sospechar que nada es como como antes. Todo ha cambiado y tan de prisa. De aquí a unos años cuando el parque jurásico actual se haya extringuido casi nadie salvo unos pocos se acordarán de como fue la Navidad.Y así hay que asumirlo.
ResponderEliminarUn beso y gracias
Así es Javier,la raíz está en la perdida de los valores, totalmente de acuerdo. Ni tan siquiera saben la mayoría de los jóvenes que es un valor. Los valores cambian también. Se valora la juventud, la belleza aún a costa de la cirugía, el dinero y la fama.
ResponderEliminarLa tolerancia, el sacrificio, el respeto a los mayores, a la vida, al trabajo bien hecho brillo por su ausencia. Pero menos mal siempre he sabido encajar los embites de la vida , quizas porque he siso una adelantada a mi tiempo. Lo veía venir.
De rollo nada. Gracias por este comentario sentido.
Un abrazo
Es que se crece, se envejece y vas dejando atrás a seres queridos, que compartían las fiestas, porque en mi casa siempre han sido familiares y cada día hay más sitios vacios.
ResponderEliminarUn beso
Nela
Pues si, hay gente que nos ha dejado y produce un poco de dolor ese recuerdo, pero los sitios vacios tendrían que ser ocupados por nuevas generaciones, como los escaños:)
ResponderEliminarUn beso Nela
Me planteo ahora qué sentirían mis abuelos cuando yo era un niño y ellos contribuían a que mi Navidad, la Navidad, fuera una etapa extraordinaria de familiaridad, convivencia y celebración. Ellos ya eran los primeros de la fila, como ahora me ocurre a mí, sin embargo nunca me manifestaron nostalgias ni tristezas, sino que contribuyeron a mi mis Navidades fueran maravillosas. ¿Acaso no es eso mismo lo me toca a mí hacer ahora?
ResponderEliminarMe imagino que sentirían la misma felicidad que yo cuando contemplo las caritas de los mios. Yo por desgracia no pude disfrutar del cariño de mi familia. Crecí muy lejos de ellos. "Solo los más pequeños permanecen ajenos. Siguen conservando en su inocencia, el brillo de su mirada e ilusión, y es lo que justifica cualquier esfuerzo".
ResponderEliminarMuchas veces aunque quieras y te toque no solo depende de ti el poder hacerlo.
Un beso
Katy, suscribo todas tus palabras y estoy completamente de acuerdo en la pérdida de valores.
ResponderEliminarTenemos además el agravante de que los abuelos en estas fechas debemos hacer de canguros y tener recogidos a los nietos que no tienen colegio o guardería y sus padres trabajan.
¡Esto no es lo que era!
Saludos
Hola Katy.
ResponderEliminarA nosotros nos sigue gustando la Navidad tal y como la conocimos de pequeños, lo que ocurre es que la pérdida de seres queridos hace, que estos días tan entrañables y de tantos recuerdos, sobre todo por la repetición de aquellos hermosos hábitos, no sean del todo felices, sí para los más pequeños que se van incorporando a la familia.
Un abrazo
Todo esta en crisis Felipe. El mundo entero está en crisis, los valores estan en crisis y nuestra civilización se desmorona inevitablemente. Nos ha tocado asistir a unos cambios y como dices de una vida ordenada hemos entrado en un caos. pasdo un tiempo volverá todo a la normalidad, nacerá algo nuevo. Pero ni tu ni yo lo veremos.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz 2011.
Hola Rafa la Navidad que yo conocí y recuerdo no la percibo por ningún sitio. Ahora todo es diferente y sin darte cuenta te estas inmerso en n otro ambiente. Mismamente en el comercio, entre amigos no se vive igual. Se van perdiendo los crismas, las cestas, el bote. Ni siquiera la ilusión de la loteria es lo mismo. Una cosa es que me guste ese espíritu de antaño y otra que lo encuentre hoy en lo que me rodea. Estamos la mayoria mosqueados.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz año 2011
Katy para mi, la Navidad tiene olor a familia. Es un tiempo precioso para revisar nuestros proyectos de vida, para acercarnos a Dios, para pensar en el porvenir, para entrar juntos a un nuevo año de vida.
ResponderEliminarCuando abrimos nuestro corazón al misterio de la Navidad, recibimos gratas sorpresas... Que La Sagrada Familia de Nazareth te bendigan y guarden siempre,
Carmen
Las Fiestas en estos momentos han dejado de ser el encuentro deseado por toda la familia, por uno u otro motivo se ha convertido en obligación para muchos y deja por lo tanto sabor agridulce. ¿Las tradiciones? mezcladas y olvidadas. La realidad es esa y no creo se vuelva atrás.
ResponderEliminarMi querida Carmen, no lo dudo ni un momento. Tu respuesta es la de mi generación. Mi reflexión intenta ser objetiva a la luz de lo que está aconteciendo. El olor a familia se percibe cada vez menos entre los jóvenes. Somos una generación a extinguir con nuestros valores, tradiciones, y formas de ver la vida. No creo que haya vuelta atrás. La tradicion transmitatida se ha vivido, después se ha convertido en costumbre, luego consumismo y de ahi el siguiente paso es el olvido.
ResponderEliminarUn beso
Hola Teresa veo que estamos de acuerdo. Efectivamente la tradición estaba arriagada en las familias y en la sociedad. Una vez divididos por múltiples causas y razones, juntarse no tiene mucha lógica. El nexo de únión y sentido han desaparecido y la sola consanguineidad no basta. No hay nada que celebrar.
ResponderEliminarMe temo que esté llamada a desaparcer para quedar reducida a núcleos pequeños en dónde ese espíritu siga estando asumido por todos los miembros sean o no familia.
Un beso
La Navidad es de los peques.
ResponderEliminarNosotros estamos a su servicio estos dias.
Todo lo demás es hipocresía y nadar a favor de corriente como los peces muertos...
Un beso (a pesar de ser Navidad)
Salu2
Ciertamente la la ilusión y la magia es de los pequeños, cuando no se lo estropeamos los mayores. Todos llevamos esos recuerdos hasta el final de nuestros días.
ResponderEliminarUn beso y cuidado con las uvas :)
Otro beso,y mis mejores deses para ti y los tuyos en este nuevo año 2011
globalizacion y consumismo, entre la mezcla de tradiciones (aqui en mexico la aceptacion de santa claus por influencia estadounidense)y el creer que es epoca solo de recibir regalos; a creado demasiada confusión en las generaciones jovenes, se ha convertido en algo carente del verdadero sentido y perdida de la magia, es un asunto bastante triste... he de decirte que el acostumbrar pasar la navidad en el pueblo donde nacio mi madre y con una gran familia marcaron mi infancia en esta epoca con posadas, piñatas y muchas tradiciones, que se han ido desdibujando, precisamente este año varios miembros de la familia se negaron a partipar alegando que sus hijos se aburrian =S una lastima! yo por mi parte decidi disfrutarlo y cante villancicos a mas no poder! jeje ni modo!no queda mas que vivir el presente y... adaptarse o morir.
ResponderEliminarComo siempre un placer leerte, muy acertado tu post...
saludos!!!
Hola querida Hermana :)
ResponderEliminarParece que no solo yo estoy de acuerdo con lo que dice, todos los comentarios apuntan a lo mismo, pérdida de valores, no hay espíritu navideño, entendiendo por navideño todo lo que conlleva o conllevaban estas fiestas.
En fin hay que adaptarse a los nuevos tiempos, pero no me gusta nada.
Pensé que yo estaba de acuerdo por ser tu hemana y haber tenido desde pequeña las mismas vivencias, pero no...
Un beso enorme
Hola mi querida Sherezada muchas gracias por tu testimonio allende los mares. O sea que vovostros también estás acusando este cambio de valores. Se ha predido el sentido de la Navidad y las celebraciones tradicionales han perdido su encanto. Se queda en los regalos y poco más.
ResponderEliminarMe alegrode tu juvetud y que que seas una de las que aún tire de carro.
Un beso y que el 2011 sea un año enormemente gratificante para ti.
Hola María efectivamente tu y yo hemos vivido lo mismo y lógicamente podemos echar de menos ciertas costubres, tradiciones. Pero aqui lo que se constata es que que los valores tradicionales van siendo sustituidos por otros y que ese espíritu se ha perdido. Aun queda el poner el Pesebre, la Cabalgata y poco más.
ResponderEliminarPero bueno así hay que aceptarlo. Las creencias se quedan en el ámbito privado.
Un besote
Yo recuerdo esas fiestas de mi niñez con tanto amor.
ResponderEliminarPero sigo celebrandolas con mi familia, aunque con lo divertida que era yo.... ahora me faltan las fuerzas, pero me gusta estar allí con todos.
Un beso y ¡¡¡FELIZ AÑO 2011!!!
Es verdad, madame, los vagones se van desenganchando, y ya las cosas dejan de tener sentido poquito a poco, cada vez mas. Yo lo noto desde que perdí a mi abuela. Ella era la matriarca en torno a la que se reunian todas las ramas del mismo tronco. Ahora a todos nos lleva el viento, y rara vez nos vuelve a juntar.
ResponderEliminarFelices fiestas
Bisous
Hola Josefina ciertamente todos conservamos retazos de recuerdos que guardamos con cariño. Pero nada de lo era es. Supongo que es ley de vida. Una cosa es lo que deseamos y nos gusta y otra lo que toca.Mi madre tiene 90 años y sigue hablando de las Navidades de su infancia. Esto da mucho que pensar.
ResponderEliminarUn beso y feliz 2011
Buenas noches Madame yo estoy totalmente de acuerdo con sus palabras. La vida evoluciona y aunque yo soy conservadora en cierta medida, si que intento caminar a la par de los signos de los tiempos. Y digo que intento y lo consigo, pero siempre queda un sabor agridulce
ResponderEliminarBisous