Cuanto tiempo ha pasado, muchos, muchos años desde entonces, y desde ocurrió más de 100 años. Mi abuelita era una niña. Este hecho me lo contó mi madre cuando yo me pasaba el día diciendo que no me pongo esto, ni lo otro, este vestido no me gusta y este otro tampoco. Yo se lo conté a mis hijos cuando ellos andaban igual y ahora se lo contaré a mis nietos.
Mi abuelita era hija única y de muy buena familia. Es decir que su madre le podía permitir todos los caprichos, pero sabía que esto tarde o temprano no le beneficiaría.
Todas las mañanas cuando su mamá la peinaba, y le hacía unas precios trenzas, ella pataleaba, gritaba y se enfadaba por todo. “María estate quieta y pórtate bien, sino lo haces me pondré muy triste” repetía su madre pacientemente unas cuantas veces. Ella no hacía caso y seguía protestando una y otra vez, y cada vez más fuerte. “Me aprietan los zapatos” “este vestido me pica” “Estas horquillas del pelo son feísimas” “Tampoco me gusta el color de estos calcetines” Nunca estaba a gusto con nada que le ponía su madre.
Ella tenía muchos vestidos, zapatos, calcetines, pantalones, faldas, blusas y no lo tenía que compartir porque no tenía hermanas, y sus papás como dije eran bastante ricos.
Un lunes por mañana mi abuelita se levanto gruñendo como siempre, y sin decir ni los buenos días. Se lavó la cara de mala gana, desayunó y como ocurría tantas veces tiró el café con leche. Su mamá le dijo: Ya está bien por hoy, has empezado el día portándote regular y con mal humor, ahora vístete deprisa con la ropa que te he preparado, y porque llegamos tarde al colegio “ Pero como siempre empezó a protestar y su mamá cansada le castigo sin ir al cole. “ Ya está bien María, es hora que te des cuenta que esa no es forma de comportarse” Hablaré con tu Seño y hoy te vas a quedar todo el día encerrada en casa pensando”……
Bupsi que estaba escondido detrás de las cortinas, dio un salto y desapareció por la ventana. Como lo hacía siempre con los niños caprichosos pensó en darle una lección a mi abuela. Y vaya si se la dio. Llegó a su casa y cogió el enorme saco en el que solía guardar la leña. Como era amigo de todos los animales, llamó a sus amigas las arañas tejedoras y les pidió que con el saco le hicieran un vestido para María. “No ha quedado nada mal se dijo. Le sentará muy bien”
Entrada la noche fue a casa de mi abuela y colgó el vestido de saco que había tejido sus amigas las arañas y se llevó toso los demás vestidos. “Mañana cuando se despierte se va a llevar el susto más grande de su corta vida jejejeje dijo Bupsi bajito”
A la mañana siguiente después de lavarse los dientes se fue a vestir. Cuando abrió el armario se quedó horrorizada y pegó tal grito que la oyeron en todo el pueblo. Su mamá corrió a ver que pasada y comprendió que Bupsi había estado alli para ayudarle.
María tuvo que ir al colegio con ese vestido toda la semana. Los niños se reían de ella porque sabían que maría era muy presumida.
Ya no aguantaba más y decidió pedirle perdón a su mamá. Le dijo que no volvería a protestar por la ropa y sería más obediente.
Todo volvió a la normalidad. Bupsi le devolvió su ropa al armario. Y además le regaló un vestido nuevo con una nota: “María hay que estar contentos con lo que se tiene, hay miles de niños que tienen menos que tú y otros nada”
María comprendió lo que Bupsi quería decir, y ya no volvió a protestar por la ropa. Además al año siguiente en el colegio pusieron como obligatorio el uniforme.
Mi abuelita era hija única y de muy buena familia. Es decir que su madre le podía permitir todos los caprichos, pero sabía que esto tarde o temprano no le beneficiaría.
Todas las mañanas cuando su mamá la peinaba, y le hacía unas precios trenzas, ella pataleaba, gritaba y se enfadaba por todo. “María estate quieta y pórtate bien, sino lo haces me pondré muy triste” repetía su madre pacientemente unas cuantas veces. Ella no hacía caso y seguía protestando una y otra vez, y cada vez más fuerte. “Me aprietan los zapatos” “este vestido me pica” “Estas horquillas del pelo son feísimas” “Tampoco me gusta el color de estos calcetines” Nunca estaba a gusto con nada que le ponía su madre.
Ella tenía muchos vestidos, zapatos, calcetines, pantalones, faldas, blusas y no lo tenía que compartir porque no tenía hermanas, y sus papás como dije eran bastante ricos.
Un lunes por mañana mi abuelita se levanto gruñendo como siempre, y sin decir ni los buenos días. Se lavó la cara de mala gana, desayunó y como ocurría tantas veces tiró el café con leche. Su mamá le dijo: Ya está bien por hoy, has empezado el día portándote regular y con mal humor, ahora vístete deprisa con la ropa que te he preparado, y porque llegamos tarde al colegio “ Pero como siempre empezó a protestar y su mamá cansada le castigo sin ir al cole. “ Ya está bien María, es hora que te des cuenta que esa no es forma de comportarse” Hablaré con tu Seño y hoy te vas a quedar todo el día encerrada en casa pensando”……
Bupsi que estaba escondido detrás de las cortinas, dio un salto y desapareció por la ventana. Como lo hacía siempre con los niños caprichosos pensó en darle una lección a mi abuela. Y vaya si se la dio. Llegó a su casa y cogió el enorme saco en el que solía guardar la leña. Como era amigo de todos los animales, llamó a sus amigas las arañas tejedoras y les pidió que con el saco le hicieran un vestido para María. “No ha quedado nada mal se dijo. Le sentará muy bien”
Entrada la noche fue a casa de mi abuela y colgó el vestido de saco que había tejido sus amigas las arañas y se llevó toso los demás vestidos. “Mañana cuando se despierte se va a llevar el susto más grande de su corta vida jejejeje dijo Bupsi bajito”
A la mañana siguiente después de lavarse los dientes se fue a vestir. Cuando abrió el armario se quedó horrorizada y pegó tal grito que la oyeron en todo el pueblo. Su mamá corrió a ver que pasada y comprendió que Bupsi había estado alli para ayudarle.
María tuvo que ir al colegio con ese vestido toda la semana. Los niños se reían de ella porque sabían que maría era muy presumida.
Ya no aguantaba más y decidió pedirle perdón a su mamá. Le dijo que no volvería a protestar por la ropa y sería más obediente.
Todo volvió a la normalidad. Bupsi le devolvió su ropa al armario. Y además le regaló un vestido nuevo con una nota: “María hay que estar contentos con lo que se tiene, hay miles de niños que tienen menos que tú y otros nada”
María comprendió lo que Bupsi quería decir, y ya no volvió a protestar por la ropa. Además al año siguiente en el colegio pusieron como obligatorio el uniforme.
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Bienvenido. Gracias por tus palabras , las disfruto a tope y además aprendo.