"La mejor herencia que se le puede dar a un niño para que pueda hacer su propio camino, es permitir que camine por sí mismo." Isadora Duncan

"Estoy convencido que uno de los tesoros que guardan los años es la dicha de ser abuelo"
Abel Pérez Rojas

"No entiendes realmente algo a menos que seas capaz de explicárselo a tu abuela." Albert Einstein

sábado, 5 de enero de 2013

"Robo en casa del botánico" Capítulo X y XI

CAPÍTULO 10,  EN EL QUE DESCUBRIMOS ALGUNAS PISTAS MÁS, CONOZCO A UN PAR DE PERSONAS, EL INSPECTOR CONSIGUE AVANZAR UN POCO Y ME SURGE OTRA SOSPECHA

Cuando don Fernando y yo entramos en la habitación el inspector empezó a hablar sin parar:

- ¡Observad esto! ¡Seguro que no lo habéis visto vosotros! Una mancha de barro, lo que significa que el ladrón entró por la ventana.

- ¡Mira que listo el señor inspector! ¡Ni que fuéramos ciegos! - gritó de vuelta don Fernando -.

- ¡Ah! Y también he encontrado otra cosa muy importante. Esa carpeta - dijo señalando la mesa donde ya antes la habíamos visto marcada con el nombre de “GRETA” -. El inspector la había vaciado y al lado se veían muchos sobres, paquetes y envoltorios de caramelo.

- Dentro he encontrado cartas dirigidas a la misma Srta. Greta en las que le amenazan con un robo – dijo -.
- ¿Sí? Entonces ya estaba avisada de que le iban a robar las joyas pero no se lo quiso creer…

- Elemental, querido Watson - dijo sarcásticamente el inspector -. Y ahora, si me lo permiten, voy a seguir investigando.

El inspector se fue y yo cogí una de las cartas. Decía lo siguiente:

------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Pronto dejarás de tener tus joyas. Pasarán a ser de mi propiedad. Estás avisada, así que ¡DESPÍDETE DE ELLAS PARA SIEMPRE!
------------------------------------------------------------------------------------------------------------
No tenía firma. Cogí la siguiente y el texto era el mismo.

- Bueno, lo de las cartas es menos importante ahora. Vayamos a la planta de abajo porque quiero presentarte a alguien - me dijo don Fernando -.

Cuando bajamos, se nos acercó el mayordomo corriendo.

- Señor, señor - dijo jadeando -, tenga sus gafas. Estaban en el patio trasero, donde están las plantas.

- Mmmm – pensé -.

El mayordomo llevaba un libro en la mano y cuando acabó la conversación fue a dejarlo en una de las estanterías de la pared, que estaba repleta de libros.

- ¿En qué piensas? - me preguntó don Fernando - ¡Ah! ¡Está ahí! - dijo, señalando a un señor que se acercaba -.

Éste era bastante flaco, de estatura normal y medio calvo. Vestía un traje blanco con un cinturón marrón brillante que resaltaba bastante sobre el resto de la indumentaria.

- Don Enrique, le presento al signore Francesco, italiano de nacimiento y amigo del profesor García.

- Tanto gusto - dijo el otro, que sabía hablar español aunque se le notaba el acento extranjero.

Entonces recordé algo. Aquel cinturón era el de la persona que nos había estado observando detrás de un árbol en el patio trasero. En seguida nos dejó el signore Francesco pero yo le seguí. Fue directamente hacia la estantería donde el mayordomo había dejado su libro.

Cogió él mismo un libro pero no pude ver cuál era porque se dio la vuelta bruscamente y chocó contra mí.

- Usted perdone - me dijo con aparente sinceridad -, tengo prisa por un recado que…

Se fue corriendo. Miré las estanterías.
- Sólo puede haber cogido un libro – pensé -.

¿CUÁL ERA EL TÍTULO DEL LIBRO QUE HABÍA COGIDO EL SIGNORE FRANCESCO Y CUÁL ERA SU COLOCACIÓN?


“Insectos 2” tenía que titularse el libro que había cogido el signore Francesco, y debía haber estado colocado en la segunda estantería, entre los números uno y tres de la misma serie.

Volví a situarme detrás de él. Iba rápido y silencioso en dirección al vestíbulo. Antes de llegar giró a la derecha y se fue por otro pasillo más corto. Se metió en una habitación al fondo, y cuando entré yo, ¡había desaparecido!

- ¿Qué buscas? - oí una voz detrás de mí -. Era la de don Fernando.

- ¡Ah! pues estaba siguiendo al signore Francesco y ahora ha desaparecido…

-¡Ah, claro! - se rió - desde que le enseñé… ¡Ya sé! A ver si lo adivinas, je, je, je...

¿POR DÓNDE HABÍA DESAPARECIDO EL SIGNORE FRANCESCO?


- Ya sé a qué te referías. ¿Verdad que se fue por ahí? – dije señalando la alfombra por donde sobresalía una argollita de hierro -.

- ¡Claro! Por ahí se va al sótano. Desde que le enseñé la entrada, no deja de bajar. Por cierto, ¿por qué le seguías?

- No, por nada. Cuando tengo algo importante entre manos, sospecho de todos hasta que se desvela el misterio.

- ¡Qué buen sistema! ¿Y de mí también?

- Ya te he dicho que...

De un golpe la puerta se abrió y entraron el mayordomo y las trillizas que había visto la noche anterior sirviendo en la cena.

-¡Don Fernando, don Fernando! - dijeron jadeando -, hemos ido al ático y... el cable de la alarma antirrobo... ¡ha sido cortado!

CAPÍTULO 11, EN EL QUE REVISAMOS EL SISTEMA DE ALARMA, DESCUBRIMOS UNA NUEVA PISTA E INTERROGAMOS A MISS MARY ÁMSTERMAN

Corrimos hacia el salón y subimos las escaleras hasta el tercer piso en donde yo no había estado nunca. Don Fernando hizo ademán de entrar al cuartito destartalado a por las llaves pero la puerta de la habitación ya estaba abierta. Dentro encontramos al inspector Miller registrándolo todo.

- ¡Nunca creí que el señor Fernando llegaría tan tarde, y eso tratándose de su sistema de alarma, je, je, je... – dijo -.

- Cállate, Miller, o te doy un golpe que... – empezó a decir don Fernando -.

- Bueno, bueno, mira lo que yo he descubierto – empezó a presumir Miller.

El mayordomo puso cara de disgusto, parecía que porque lo había descubierto él antes, pero se quedó callado.

Los dos nos acercamos a los cables. Eran muy gruesos y en total nueve. Siete eran negros, uno rojo y otro azul oscuro. Dos de los negros habían sido limpiamente cortados, de un solo tajo.

- ¡Aquí está la solución! - dijo don Fernando - ¡el ruido de la manguera cortada fue provocado por esto! El coronel Brown nos dijo que lo oyó claramente.

- Tuvo que ser cortado con mucha fuerza para que se oyese en el segundo piso. Por lo tanto, me inclino a pensar que el cable fue cortado con mucha fuerza a propósito, seguramente para hacernos creer que había sido otra cosa, como una manguera, por ejemplo.

- ¡Qué buen razonamiento acabas de hacer! ¡Me tienes asombrado! - se sorprendió don Fernando -.

- No te imaginas la de cosas que podría contarte sobre todo lo que me pasó ayer.

Me puse a examinar los cables. Efectivamente los dos negros estaban cortados y el cable azul, el más cercano, ni siquiera había sido rozado. Debajo de ellos había unos trocitos de pintura amarilla.

- Mira -, le dije a don Fernando. Estos trocitos de pintura provienen sin duda de unas tijeras de podar con el mango amarillo y la persona que realizó el corte es muy habilidosa. Tenemos dos nuevas pistas.

- Por cierto, ¿qué te parece si seguimos con los interrogatorios? - me dijo don Fernando -.

- No. Quiero ver una cosa.

Momentos después estábamos en el saloncito donde había desaparecido el signore Francesco. Levanté la tapa que llevaba al sótano y bajé.

Era muy espacioso. Podrían caber unas cincuenta personas. El signore Francesco ya no estaba allí. El suelo era de baldosas blancas y no me gustaba. A un lado había unas estanterías con varias plantas marchitas y casi sin hojas. Sobre las baldas había varios libros abiertos pero entre ellos no se encontraba “Insectos 2”.

Al lado de las estanterías, en el suelo, había un cofre de tamaño mediano y al lado ¡¿un espejo?!

Lo cogí y me lo guardé después de habérselo enseñado a don Fernando. Estaba muy roto, casi destrozado.

A lo mejor pertenece al signore Francesco - me dijo -.

- Comprobémoslo - le contesté -, siguiendo los interrogatorios. Pásame la lista de los invitados. Veamos... toca con Miss Mary Ámsterman, habitación nº 6, segundo piso.

Nos dirigimos hacia esa habitación. Nos abrió una señora de mediana edad, cabello marrón y altura media. Llevaba unos tacones muy elevados. Don Fernando me presentó y le explicó que yo era un detective y otras cosas por el estilo de las que no me acuerdo.

Empecé:

-¿Es usted Miss Mary Ámsterman, inglesa, de 49 años, mujer del conocido millonario francés Pierre Chirac?

Contestó afirmativamente.

- Cuénteme detalladamente lo que vio y oyó la noche pasada.

- Yo, señor, llegué a la mansión a las ocho y media, con retraso por la tormenta. Cuando entré, corrí al salón comedor porque iban a empezar a servir la cena. Después de cenar subí con doña Sofía para que me enseñase mi habitación. Coloqué mis cosas y me puse a leer un rato.

- ¿Pasó alguien por delante de su dormitorio? - preguntó don Fernando.

- No, señor, estoy segura de que no pasó nadie. Le hubiera visto...

- ¿A qué hora dejó de leer?

- Creo, señor, que a las once porque...

- ¿Se durmió después? -, preguntó rápidamente don Fernando.

- Sí, señor, porque de repente me entró un sueño terrible y... me quedé dormida.

- ¡Otra vez! - susurré a don Fernando que parecía tan desconcertado como yo -. Todos nos dicen que se quedaron dormidos, lo cual nos lleva a pensar que ¡narcotizaron a todo el mundo! Lo que no entiendo es que sólo nos narcotizaran a los que dormíamos en el segundo piso. A lo mejor es porque en él estaban las joyas.

- Bueno, prosigamos - dije sin dejar de tomar notas en mi cuadernito -. ¿Oyó algo extraño durante el sueño?

- Oh no - me contestó -. Durante el sueño no.

- ¿Qué quiere decir? - le pregunté con interés.

- Verá. Tuve una pesadilla y a eso de las dos menos diez me levanté para ir a por un vaso de agua al baño, que está una puerta a la derecha de la mía. Pero el vaso de plástico se me cayó a la izquierda. En el momento en el que me giré para buscarlo a tientas vi como un poco de luz se filtraba por debajo de la puerta cerrada de la habitación de los Fínnigan. En ese momento, a unos dos escasos metros de mí apareció una pequeña llama, como un mechero flotando en la oscuridad. Di un pequeño grito y entré corriendo en mi habitación, tropezando con todo. Como verá, las cosas están un poco desordenadas.

En ese momento se me acercó don Fernando.

- ¿Crees que el espejo es suyo? - me susurró -.

- Pregúntaselo - le contesté. Pero yo ya sabía si el espejo era suyo o no. Estaba claro.

¿ES POSIBLE QUE EL ESPEJO FUERA DE MISS MARY ÁMSTERMAN?



- ¿Es suyo este espejo? - preguntó don Fernando.

- Oh no. Ese espejo no es mío. Mire, el mío está aquí –dijo mientras sacaba uno similar de un cajón del armario -. Además, yo cuido bien mis cosas. No las rompo así como así.

- Bueno, bueno. Tras entrar corriendo a su habitación se tumbó en la cama y ya no se levantó más. A partir de ese momento, ¿qué oyó usted?

- Justo al meterme en la cama escuché al reloj del pasillo dar las dos. Alrededor de cinco minutos después oí proferir una queja y, si no escuché mal, era de míster Fínnigan. Otros cinco minutos más tarde oí un fuerte corte, como el de una manguera. Y eso fue todo.

- De acuerdo. Muchas gracias por su ayuda. Necesito registrar toda la habitación – dije -, y me puse a hacerlo. Al rato salíamos del cuarto.

- Ni rastro de las tijeras de podar. Y además no hemos conseguido casi ninguna pista - me dijo don Fernando -.

- Las apariencias engañan - le contesté mientras escribía sin parar en mi cuadernito-.

- Bueno. ¿A quién interrogamos ahora Enrique? - me preguntó don Fernando.

- Al signore Francesco - le dije -.

Capitulo VIII y IX

Próximos capítulos 12 y 13  Sábado 12 de Enero

8 comentarios:

  1. Estos interrogatorios son dignos de la mejor Agatha Christie. Ni el mismísimo Poirot sería tan sagaz!

    Veremos qué nos deparan los próximos capítulos. Yo creo que los Reyes Magos forzosamente tienen que ser generosos viendo los méritos de este autor.

    Feliz noche de Reyes.

    Bisous

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. MUchas gracias Madame en su nombre. Ojalá siga por este camino.
      Bisous

      Eliminar
  2. ¡Tiene narices la cosa! La policía robada.
    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Real como la vida misma. El otro día detuvieron a tres policías por robar a tres cacos. Increíble.
      Bss

      Eliminar
  3. Pues yo pensaba que esto no iba a dar tanto de sí, pero vaya que si da.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Todavía le queda vidilla. Yo lo estoy leyendo a la par:-)
      Un abrazo y feliz semana.

      Eliminar
  4. Que si Javier, que esto va a dar mucho de si, ya lo veras. Estupendo el interrogatorio. Va dejando algunas pistas. besos y feliz semana

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me alegro que le sigas encontrando
      lógica:-) Yo también creo que va por bien camino. Al final bajará el telón con aplausos
      Bss

      Eliminar

Bienvenido. Gracias por tus palabras , las disfruto a tope y además aprendo.

“EL TIEMPO QUE PERDISTE POR TU ROSA HACE QUE TU ROSA SEA TAN IMPORTANTE”. Saint-Exupéry

“EL TIEMPO QUE PERDISTE POR TU ROSA HACE QUE TU ROSA SEA TAN IMPORTANTE”. Saint-Exupéry
Powered By Blogger