Pensamientos y valores dedicados a mis nietos “El tiempo que perdiste por tu rosa hace que tu rosa sea tan importante”. (Saint-Exupéry) Ellos son mis más hermosas rosas
"La mejor herencia que se le puede dar a un niño para que pueda hacer su propio camino, es permitir que camine por sí mismo." Isadora Duncan
"Estoy convencido que uno de los tesoros que guardan los años es la dicha de ser abuelo"
Abel Pérez Rojas
Abel Pérez Rojas
"No entiendes realmente algo a menos que seas capaz de explicárselo a tu abuela." Albert Einstein
Forman parte de la orquesta
jueves, 9 de mayo de 2013
La pradera de las mariquitas
Locoloco aún dormitaba plácidamente cuando una dulce voz le sacó de su sueño.
“Despierta Locoloco, estamos ya en Marzo, ha llegado la primavera”
Nuestro gusanito abrió sus ojos y se encontró con las hermosas alas doradas de su amiga, la mariposa Dori en toda la cara.
“Dori, has vuelto como me prometiste el pasado otoño”. Qué largo se ha hecho el invierno y cuantas cosas han pasado desde entonces. Qué bien, podré volar de nuevo en tus fuertes alas y recorrer la granja como la primera vez”
"No Locoloco, la granja no, tengo otros planes para hoy. Al venir de camino encontré una pradera llena de mariquitas".
Dori le contó unas cuantas cosas sobre este bellísimo insecto, que en realidad realidad era un escarabajo y que incluso se decía que traían buena suerte.
“Así cuando estés ahí o veas alguna has de pedir un deseo” dijo Dori. Luego le contó que así como ella se marchaba en los meses fríos así también las mariquitas se van a invernar hasta la llegada de las buenas temperaturas en Marzo o Abril. Por eso estaban en la pradera poniendo estos días sus huevos. También le explicó que no hacían daño, porque aunque eran carnívoras solo comían pulgones, ácaros, y orugas de vez en cuando pero de diminuto tamaño.
Locoloco había visto algunas en el seto del jardín de la granja, en el huerto de los tomates y lechugas. Pero no había hablado con ninguna.
Así que se despidió de sus padres, montó en las maravillosas alas de Dori rumbo a la pradera dispuesto a disfrutar de nuevo volando…
Recordó la primera vez que le pidió a Dori que le paseara por la huerta y cuando vio su imagen por primera vez en el riachuelo.
Dori le sacó de sus pensamientos cuando le dijo: “Mira allí abajo”
Locoloco asombrado vio una alfombra roja entre hojas verdes. Eran las miles de mariquitas todas poniendo huevos.
Bajaron a la pradera en dónde Dori se posó en una hermosa amapola. Lococo se deslizo con un poco de miedo, porque no las tenía todas consigo. ¿Y si las mariquitas le atacaban y se lo comían?
“Anda no seas miedica. Te dije que no nos harían daño, tu carne no les gusta" le dijo riéndose Dori. Locoloco comenzó a andar en medio de aquel jaleo y a disfrutar de lo que estaba viendo. Descubrió asombrado que no todas las mariquitas eran de color rojo, había distintas especies de mariquitas, amarillas o anaranjadas, incluso negras, aunque Dori tampoco las había visto jamás hasta hoy.
A Locoloco le habría gustado jugar con ellas, pero estaban demasiado ocupadas en poner sus huevos, para que sus hijitos pudiesen nacer entre Abril y Mayo.
Más adelante ella se repartirían por miles de jardines, conscientes de que los hombres las apreciaban por su alimentación, ya que exterminaban las plagas que afectaban a las plantas de los huertos.
“La próxima vez tienes que traer a Gusi para las vea, porque me aburro un poco yo solo” dijo Locoloco
“¿Has pedido un deseo ya?” Le preguntó Dori, quien le recordó el dicho: “Cuando tengas una mariquita en la mano, pide un deseo, después, déjala volar. La dirección por donde se haya ido, indicará el camino por el que llegará la felicidad".
Locoloco comentó que había pedido un deseo super estupendo que era poder jugar con Dori todo el verano y tener unas aventuras divertidas.
Vamonos ya, insistió Locoloco”. Nada más terminar la frase todas las mariquitas comenzaron a bailar. Eran las 12 en punto del mediodía. El sol estaba en lo más alto. Bailaban en pequeños corros moviendo sus cuerpecitos, estirando las patitas y agitando sus alitas. Debía ser muy duro estar todo el día poniendo huevecitos.
¡Que espectáculo! Ahora les parecía estar inmersos en un mar rojo con oleaje incluido. Terminado el baile siguieron poniendo sus huevos como si nada hubiera ocurrido.
Dori regresó con su amigo el gusano Locoloco a su manzano y se despidió de él hasta al día siguiente.
Muchas aventuras nuevas les esperaban este verano.
Este relato ya lo había publicado. Lo traigo porque con el participo en el concurso del Cole de mis nietos "Los cuentos de los abuelos".
Los dibujos son ellos de cuando eran pequeños e invente este personaje llamado "Locoloco" en el veranos del 2009.
Hoy Domingo 23 de Junio del 2013. Cinco años después les he contado el cuento a las otras peques y también se han sumado con sus dibujos al de los primos...
Y las dos que faltaban también hoy 13 de Julio del 2013 se han sumado con sus dibujos Sonia y Lucía. Un cuento con mucho éxito
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Una preciosidad.
ResponderEliminarEsta abuela es que no para :)
Un abrazo.
Gracias Javier. Ellos disfrutaron muchas de estas historias. Ahora ya hacen las suyas.
EliminarUn abrazo
¡Ay los abuelos y los nietos, qué locuras hacemos por estas criaturas angelicales! Felicidades.
ResponderEliminarBesos
Que no haríamos. Lo lógico es que los abuelos cuenten cuentos cuando son pequeños. Ahora ya pasan, pero les encanta ver sus dibus todavía.
EliminarBss
Hola Katy: no salió mi comentario. Decía que debía de estar perdiéndome muchas cosas por no ser abuelo. El cuento precioso, claro que con los dibujos era fácil, je,je. Un abrazo
ResponderEliminarPues no, yo inventé el personaje. Tengo 5 más y se lo contaba y ellos hacían los dibujos basados en el cuento. Así hice con mis hijos.
EliminarPrimero cuento. Luego dibujo. A ver si dejas de tomarme el pelo:-)
Qué suerte de abuela tienen estos nietos! No todas son capaces de escribir cuentos tan bonitos.
ResponderEliminarFeliz tarde, madame
Bisous
La verdad es que lo hacía sobre la marcha. Hoy los cuentos me los cuentan ellos:-)
EliminarBisous