Pensamientos y valores dedicados a mis nietos “El tiempo que perdiste por tu rosa hace que tu rosa sea tan importante”. (Saint-Exupéry) Ellos son mis más hermosas rosas
"La mejor herencia que se le puede dar a un niño para que pueda hacer su propio camino, es permitir que camine por sí mismo." Isadora Duncan
"Estoy convencido que uno de los tesoros que guardan los años es la dicha de ser abuelo"
Abel Pérez Rojas
Abel Pérez Rojas
"No entiendes realmente algo a menos que seas capaz de explicárselo a tu abuela." Albert Einstein
Forman parte de la orquesta
miércoles, 23 de noviembre de 2011
Juan Salvador Gaviota
Hace algunas décadas fue best seller un estupendo libro de Richard Bach:
Juan Salvador Gaviota, un libro para no olvidar. Hablaba de una gaviota que se atrevió a soñar.
Le interesaba ser ella misma, vivir intensamente, potenciar todos sus talentos y posibilidades.
No aceptaba la vida monótona y siempre igual de la bandada que sólo se atrevía a vuelos rastreros, sin alma, detrás de los desperdicios que arrojaban los barcos.
Ella sentía en su alma el llamado de las alturas, la vocación de libertad. Por atreverse a proponer una vida distinta, la aislaron, la dejaron sola, la tacharon de loca y la desterraron.
La pequeña gaviota, aceptó la soledad del aprender de nuevo, la soledad de la búsqueda de mares nuevos, nuevos cielos, nuevos horizontes. En lo profundo de su corazón, sentía que sus alas habían nacido para abrirse a la inmensidad de lo desconocido.
Y se arriesgó. Tras muchos intentos fallidos, un día se encontró surcando los altos cielos, azules, maravillosos, inmensos, con un halo de eternidad. Ese día entendió por qué y para qué había nacido gaviota. Palpó el vértigo de lo profundo, vivió la originalidad, la iniciativa, la creatividad.
Experimentó las honduras de la perfección: hasta el final de lo entendido, llegar hasta la raíz, el manantial de su propio ser.
Ya no se trataba tanto de buscar la libertad, como de ser libre. Y se entregó apasionadamente a ser ella misma, sin ataduras ni temores.
Pero Juan Salvador Gaviota seguía amando a los suyos a pesar de que lo habían desterrado. Y decidió volver a la bandada para enseñarles que la vida podía ser algo más interesante que comer y disputarse los desperdicios de los barcos.
Estaba seguro de que su empresa no iba a ser nada fácil, que de nuevo lo aislarían, lo ofenderían, porque no estaban dispuestos a cambiar ni a escuchar tranquilamente que alguien les hablara de la necesidad de cambio.
No importaba que no lo comprendieran: con que una sola gaviota se atreviera a soñar y aprender un nuevo vuelo, se justificaba su aventura.
En el fondo de su corazón, Juan Salvador Gaviota adivinaba que era imposible vivir intensamente su libertad sin intentar liberar a otros, que la plenitud implicaba el servicio. El amor por los suyos, el respeto merecido y el perdón, eran tan importantes para él, como su ansiada libertad…
Juan Salvador Gaviota comprendió que el espíritu no puede ser realmente libre sin la capacidad de perdonar. Esa capacidad de perdón fue un imperativo necesario para elevarse a un plano superior…
Y volvió sin prédicas ni alardes. Solo trataba de ser una auténtica gaviota nacida para volar.
Poco a poco algunas gaviotas jóvenes se fueron acercando a presenciar su vuelo vigoroso. Y le pidieron que les enseñara a volar, experimentar otra vida, atreverse a ser libres.
Y se abrieron los cielos. Juan Salvador disfrutaba del inmenso gozo que produce el ayudar a otros. Este gran paso lo convirtió en un verdadero maestro.
Todos podemos ser maestros, sembradores de utopías, exploradores de nuevos cielos y mundos más allá de los gritos y graznidos de la bandada, para que otros vean en nuestras vidas una invitación a trascender, a ir más allá de nosotros mismos. Una invitación al riesgo de volar.
Hoy más que nunca, necesitamos hombres y mujeres que propongan pasión, el abrirse a la plenitud de lo desconocido, que nos levanten de tanto vuelo rastrero, de tanta ilusión de plenitud en un mundo sin horizontes ni sueños, que rescaten y propongan con esperanzadora firmeza la vuelta a la utopía, el atreverse a construir un mundo donde sea posible la libertad y la aventura del servicio.
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Hola KAty:
ResponderEliminarMagnífico post. Soñar, intentar, hacer, cambiar muchas veces está en nuestra mano pero nos enfrentamos a nuestros propios miedos y a los consejos de otros, cuando nos vamos liberando nos vamos acercando a que esos sueños se cumplan. No es fácil, pero no es imposible.
Un beso
Hola Katy: hace muchos años que leí ese libro, gracias por recordarlo. Dices bien uno no es completamente libre, en resumen completamente persona, si en él no hay algo de complicidad con los demás, y al revés: si no cuenta con el apoyo de los otros. Sí, creo, también, que se trata de cumplir los sueños. Has escrito un post para el diálogo mas allá de nuestros pequeños comentarios. Un abrazo
ResponderEliminarHola Katy:
ResponderEliminarNo sé si recordarás pero Neil Diamond hizo la música de la la película, que fue nominada a los premios Oscar, ganó un Grammy y un Globo de Oro.
Te dejo el enlace:
http://www.youtube.com/watch?v=jOWtULInS2w&feature=player_embedded#!
Hola Fernando, no todos podemos volar. A veces conseguimos levantar el vuelo pero sin subir demasiado. Aunque me consuela saber que siempre ha habido grandes soñadores que nos han ayudado a ese vuelo. Y los seguirá habiendo afortunadamente.
ResponderEliminarBss
Es que yo estoy un poco al día en esto gracias a los nietos:)Hay intentar que logren realizar sus sueños.Y los sueños que a mi me han ayudado siempre fue el compartir y sliar de mi misma. No es fácil y no siempre se consigue, pero esos pequeños logros son muy gratificantes.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola Javier, me acordaba de que la canción la había escrito Neil Diamond para la peli. Preciosa.
ResponderEliminarGracias por el enlace.
Un abrazo