Muchas veces que querido escribir sobre los ruidos y las voces a los que se ven sometidos nuestros oídos que no las orejas. Las agresiones acústicas son constantes y aunque no lo notemos porque nos acostumbramos a ello es altamente nocivo para la salud. Producen estrés, ansiedad y agresividad entre otras cosas al que las padece.
Vas por la calle y las agresiones al pobre tímpano son constantes. Los coches, las motos que no tienen silenciador, las variopintas de maquinaria pesada de los obreros, la radio de unos cuantos fanáticos que lo llevan a tope en sus coches, las sirenas de las ambulancias y los bomberos, los gritos de una acera a otra….
Entras a un bar o restaurante y terminas gritando para hacerte entender con quien tienes enfrente. Porque además de la alegría que produce el comer y beber se suma que en muchos sitios hay televisiones a todo trapo, o la música ambiental alta que no te deja ni abrir la boca .
Por si todo esto no fuera bastante se han sumado los teléfonos móviles, y sin apetecerte en absoluto te ves involucrada en conversaciones que no te interesan para nada.
Iba hace poco en un tren y por el reloj (comprobado 20 minutos) una buena mujer a voces contaba a través de su móvil todo lo que tenía que hacer cuando llegara a casa al resto de los pasajeros. Todos estábamos molestos pero por educación no se le dijo nada. Nuestros cruces de miradas y gestos hablaban por si mismos. Si vas en autobús siempre toca algún palizas que cuenta su vida o sus últimas andanzas.
Y que decir del ruido en las noches de calor, cuando no tienes más remedio que abrir las ventas, el griterío de padres y niños, junto con el ladrido de unos cuantos perros que les acompañan no te deja dormir hasta altas hora de la noche. Cuando no rebota la pelota contra las paredes de tu vivienda algún que otro grito esquizofrénico te hace botar de susto en la cama.
Tengo la suerte de no vivir a la vera de ninguna discoteca. Amigos que tiene esa desgracia me dicen que aquello es una romería hasta altas horas de la madrugada, y no digamos los que viven cerca de zonas donde el famoso botellón es una constante los fines de semana.
Tenia un perro y se que los animales soportan el ruido menos que nosotros los humanos. Cuando en fiestas se tiran petardos y cohetes los pobres corren a esconderse en cualquier rincón temblando de miedo. Yo no lo hago porque ya lo tengo asumido.
No hablo ya de los ruidos domésticos, lavadora, friegaplatos, microondas etc. porque a ver quien es el guapo que prescinde de ellos.
En España más de 12 millones de españoles tienen problemas con los ruidos en sus viviendas. Y añado que los españoles tenemos fama de hablar alto fuera de nuestras fronteras, junto con los italianos que no se quedan atrás.
Realmente puedo afirmar que hay muy pocos ruidos deseados que me apetezca escuchar y que sean gratificantes entre ellos la música y las voces de los niños es lo que agrada. Lo demás me sobra.
Es una delicia cuando tengo ocasión de pasar algún día en el campo poder escuchar el silencio. Todo un lujo para los sentidos
Para profundizar más ver: Este gráfico es de está página
http://www.ruidos.org/
Vas por la calle y las agresiones al pobre tímpano son constantes. Los coches, las motos que no tienen silenciador, las variopintas de maquinaria pesada de los obreros, la radio de unos cuantos fanáticos que lo llevan a tope en sus coches, las sirenas de las ambulancias y los bomberos, los gritos de una acera a otra….
Entras a un bar o restaurante y terminas gritando para hacerte entender con quien tienes enfrente. Porque además de la alegría que produce el comer y beber se suma que en muchos sitios hay televisiones a todo trapo, o la música ambiental alta que no te deja ni abrir la boca .
Por si todo esto no fuera bastante se han sumado los teléfonos móviles, y sin apetecerte en absoluto te ves involucrada en conversaciones que no te interesan para nada.
Iba hace poco en un tren y por el reloj (comprobado 20 minutos) una buena mujer a voces contaba a través de su móvil todo lo que tenía que hacer cuando llegara a casa al resto de los pasajeros. Todos estábamos molestos pero por educación no se le dijo nada. Nuestros cruces de miradas y gestos hablaban por si mismos. Si vas en autobús siempre toca algún palizas que cuenta su vida o sus últimas andanzas.
Y que decir del ruido en las noches de calor, cuando no tienes más remedio que abrir las ventas, el griterío de padres y niños, junto con el ladrido de unos cuantos perros que les acompañan no te deja dormir hasta altas hora de la noche. Cuando no rebota la pelota contra las paredes de tu vivienda algún que otro grito esquizofrénico te hace botar de susto en la cama.
Tengo la suerte de no vivir a la vera de ninguna discoteca. Amigos que tiene esa desgracia me dicen que aquello es una romería hasta altas horas de la madrugada, y no digamos los que viven cerca de zonas donde el famoso botellón es una constante los fines de semana.
Tenia un perro y se que los animales soportan el ruido menos que nosotros los humanos. Cuando en fiestas se tiran petardos y cohetes los pobres corren a esconderse en cualquier rincón temblando de miedo. Yo no lo hago porque ya lo tengo asumido.
No hablo ya de los ruidos domésticos, lavadora, friegaplatos, microondas etc. porque a ver quien es el guapo que prescinde de ellos.
En España más de 12 millones de españoles tienen problemas con los ruidos en sus viviendas. Y añado que los españoles tenemos fama de hablar alto fuera de nuestras fronteras, junto con los italianos que no se quedan atrás.
Realmente puedo afirmar que hay muy pocos ruidos deseados que me apetezca escuchar y que sean gratificantes entre ellos la música y las voces de los niños es lo que agrada. Lo demás me sobra.
Es una delicia cuando tengo ocasión de pasar algún día en el campo poder escuchar el silencio. Todo un lujo para los sentidos
Para profundizar más ver: Este gráfico es de está página
http://www.ruidos.org/
Super interesante Katy. Miraré la página que pones. La primera vez que fui consciente de cuánto te pueden afectar los ruidos ambientales, fue la primera vez que me fui a trabajar una temporada fuera de mi ciudad, a una mucho más pequeña, y cuando volví, no aguantaba el ruido de la calle.
ResponderEliminarBesos
Los decibelios a los que estamos sometidos es alucinante. Así tengo yo los dolores de cabeza.
ResponderEliminarBesos Nikkita
Hola Katy!! Buenísimo el post. Los ruidos alteran no solo los oidos, también los nervios se crizpan. En la ciudad uno termina acostumbrándose o cree que se acostumbra, pero si sale de ella se da cuenta lo maravilloso del silencio, la paz que te da. Son los contra de vivir en grandes ciudades donde también falta el respeto por los demás.
ResponderEliminarBesossss
Me ha gustado tu comentario Gabriela resaltando lo benéfico de vivir fuera de las grandes ciudades. Pero también como dices lo hace más desagradable la falta de respeto de unos con otros de no respetar en ocasiones el descanso de los demás.
ResponderEliminarUn beso
Hola Katy:
ResponderEliminarSomos muy ruidosos, demasiado para mi gusto y muy mal educados también. El ruido afecta, desconcentra y pone nervioso, y como consecuencia de ello nuestra salud lo paga.
Gracias por recordarlo. Excelente post
Un abrazo
Hola Fernando a medida que voy cumpliendo años entiendo más a los que se quejaban de los ruidos. Un ruido continuado (aunque sea una gota de agua cayendo sin parar) puede volverte loco. Y claro leyendo cosas me he dado cuenta de las repercusiones que tiene para nuestra salud.
ResponderEliminarEl post se debe a que todos los veranos me pone de los nervios no poder dormir más que 4 horas a causa de la insolidaridad de algunos vecinos. Es un clamor común. Pero....
Un abrazo
Yo querida katy comprendo que soy una privilegiada tener esta casa en este pueblo de la sierra. Me despiertan los pájaros o algún perro o gato que piden comida.
ResponderEliminarEste fin de semana vuelvo a la civilización y miedo me da pues los primeros días me encuentro atabalada, nerviosa.
Lo único que tengo ganas para ver a mis hijos y familia
Un abrazo
Hola Josefina,, si que eres una privilegiada de poder escuchar el canto de los pájaros por las mañanas. El cambio va a ser notable y lo vas a notar. Pero a todo nos acostumbramos. Espero que tu reencuentro con la civilización sea lo menos traumática posible y que encuentres fenomenalmente a tus hij@s.
ResponderEliminarYa nos contarás.
Un beso
Hola Katy, de nuevo visitándote. Te cuento que vivo junto a otro edificio del cual me separa un pasadizo y ahí tengo un vecino (que no conozco) que no tiene el más mínimo reparo en poner la música a todo volumen, sin importarle si al día siguiente hay que trabajar; es así que un día había un velorio en el edificio donde vivo y derepente este vecino puso su horrible música a todo volumen y no fue capaz, ni le dio la gana de bajarla aunque le dijimos que estábamos de luto por este lado... uno se pone a pensar ¿Qué clase de seres humanos son estos que no tienen ningún tipo de consideración con sus congéneres?
ResponderEliminarBesos amiga querida.