Esta tarde hubo un acto en el colegio de una de nuestras nietas “La tarde de los abuelos”. Nos trajo la invitación hace dos semanas y la cita era para hoy, a unas horas más bien poco convencionales, nada más y nada menos que las tres de la tarde.
El Cole nos pillaba un poco lejos y además en una zona imposible de aparcar.
Comimos de prisa y corriendo (que por otra parte es lo habitual) cogimos el metro a las dos y cuarto para estar en punto, no sin antes pasarnos por la pastelería porque había que llevar algo para compartir. Era una experiencia nueva para nosotros. En nuestra época no había “día de los abuelos” ni día de nada quitando el día del libro.
Allí estábamos apelotonados en la puerta con nuestras mejores galas, repeinados y perfumados para dicho evento. como chicos con zapatos nuevos.
Mientras atravesábamos un gran patio con canchas de baloncesto descubrimos el brillo de felicidad en los ojos de nuestra nieta y la sonrisa dibujada en su carita cuando al fin nos encontró en medio de ese mar de abuelos todos saludando para recibir la misma respuesta.
Me preguntaba yo, que se podía hacer una tarde con una cuarentena de personas peinando canas. Subimos a la clase y nos sentamos en un aula similar a la que habíamos dejado más de cincuentitantos años atrás, eso si buscando estar lo más cerca posible de nuestro tesoro que estaba sentada en una gran alfombra azul junto a sus compañeros atendiendo a las explicaciones de Luismi su maestro.
Nos presentaron los niños a la pregunta “esta mujer quien es” y cada cual decía lo que sabía. “mi abuelo”, “mi abuela Pilar” unos sabían nuestros nombres otros no, con tres añitos no se puede pedir más.
Llegó el momento de contar un cuento. Yo había preparado uno de los que tengo subidos en blog que escribía por aquel entonces a mis hijos, y me volví a encontrar con mi timidez dejando descansar el folio en el fondo de mi bolso.
Solo dos abuelos se animaron. Uno a contar el cuento de los tres cerditos y una abuela el de la oveja y los corderitos. Cuando el profesor con unos libros en la mano dijo a ver quien se anima a leer, ya que no contar un cuento, mi nieta como una bala se puso en pie, y señalándome gritó: “mi abuela” así que me tocó leer mientras pensé “Que tonta eres Katy, mira que podías haber contado el cuento que traías preparado.
Los niños nos deleitaron con cantos y bailes. Luismi nos contó una fábula dándonos las gracias por nuestra asistencia. Compartimos lo que llevamos, que para variar era exagerado y abandonamos el colegio entre montañas de chuches, pasteles, patatas fritas y gusanitos.
Que experiencia tan enriquecedora pertenecer a su mundo, nuestra nieta hoy nos ha hecho sentirnos importantes.
El Cole nos pillaba un poco lejos y además en una zona imposible de aparcar.
Comimos de prisa y corriendo (que por otra parte es lo habitual) cogimos el metro a las dos y cuarto para estar en punto, no sin antes pasarnos por la pastelería porque había que llevar algo para compartir. Era una experiencia nueva para nosotros. En nuestra época no había “día de los abuelos” ni día de nada quitando el día del libro.
Allí estábamos apelotonados en la puerta con nuestras mejores galas, repeinados y perfumados para dicho evento. como chicos con zapatos nuevos.
Mientras atravesábamos un gran patio con canchas de baloncesto descubrimos el brillo de felicidad en los ojos de nuestra nieta y la sonrisa dibujada en su carita cuando al fin nos encontró en medio de ese mar de abuelos todos saludando para recibir la misma respuesta.
Me preguntaba yo, que se podía hacer una tarde con una cuarentena de personas peinando canas. Subimos a la clase y nos sentamos en un aula similar a la que habíamos dejado más de cincuentitantos años atrás, eso si buscando estar lo más cerca posible de nuestro tesoro que estaba sentada en una gran alfombra azul junto a sus compañeros atendiendo a las explicaciones de Luismi su maestro.
Nos presentaron los niños a la pregunta “esta mujer quien es” y cada cual decía lo que sabía. “mi abuelo”, “mi abuela Pilar” unos sabían nuestros nombres otros no, con tres añitos no se puede pedir más.
Llegó el momento de contar un cuento. Yo había preparado uno de los que tengo subidos en blog que escribía por aquel entonces a mis hijos, y me volví a encontrar con mi timidez dejando descansar el folio en el fondo de mi bolso.
Solo dos abuelos se animaron. Uno a contar el cuento de los tres cerditos y una abuela el de la oveja y los corderitos. Cuando el profesor con unos libros en la mano dijo a ver quien se anima a leer, ya que no contar un cuento, mi nieta como una bala se puso en pie, y señalándome gritó: “mi abuela” así que me tocó leer mientras pensé “Que tonta eres Katy, mira que podías haber contado el cuento que traías preparado.
Los niños nos deleitaron con cantos y bailes. Luismi nos contó una fábula dándonos las gracias por nuestra asistencia. Compartimos lo que llevamos, que para variar era exagerado y abandonamos el colegio entre montañas de chuches, pasteles, patatas fritas y gusanitos.
Que experiencia tan enriquecedora pertenecer a su mundo, nuestra nieta hoy nos ha hecho sentirnos importantes.
Abrazos
Besos
Unión
Encanto
Libertad
Amor
es bonito ver esa mirada en los ojos de un niño verdad? las ilusiones y las alegrias que tenga son algo que no podrá olvidar saludos Katy
ResponderEliminardespe
Hola Katy!! Que bien te debes haber sentido!!! Me alegro mucho, esos son los regalos bellos de la vida. Te merecés ese cariño amiga.
ResponderEliminarBesossss
Bueno, esa sensación de pasar por ser abuelo debe de ser algo especial, y aunque espero que aún me quede algún tiempo, seguro que llegado el momento será tan impagable como ha debido resultarte a ti.
ResponderEliminarBesos, Katy.
Alégrate Onminayas que aún te quede toda esa vida por delante. Que tardes en ser abuelo pero mi deseo es que llegues a serlo. Seguro que con tu sensibilidad te van a adorar.
ResponderEliminarUn beso
hola katy!!!
ResponderEliminarhay que hermosa experiencias... los niños son una dulzura y luego nos enseñan cada cosa que nos dejan con la boca abierta... hay que tiempos aquellos de la alegria y la sorpresa hasta por la cosa mas insignificante... lo bueno es que ellos siempre no lo recuerdan y nos hacen sacar el niño que llevamos dentro ^^
saludos!
¡Yo también soy abuela y es un "estado de gracia"!, ¡y para la próxima pues que lees el cuento tontita!,
ResponderEliminarBesitos y besotes!
Que día más bonito, solo me lo imagino, pues no tengo la suerte de tener nietos.
ResponderEliminarConfío que algún día, Dios me dará el placer de poder pasar días tan felices con algún nietecito.
El cuento lo he guardado, a ver si un día se lo puedo leer a algún chiquitín.
Un abrazo muy afectuoso
Hola Katy:
ResponderEliminarSalvando las distancias recuerdo cuando mis hijos eran pequeños que íbamos al colegio a verles en alguna actuación. Esas sonrisas, esos abrazos no tienen precio.
Enhorabuena por tener la oportunidad de disfrutar de días tan inigualables.
Un abrazo.
Gracia Patricia que hoy has venido de incógnita. Patricia = Despe
ResponderEliminarAsí es yo al menos así lo veo, disfruto viendo sus caritas.
Besos
Coincido contigo Gabriela, estos son los regalos de la vida, impagables. Si que disfruto viéndoles llenos de vida, alegres ahora que todavía están libres de preocupaciones.
ResponderEliminarBesos
Hola NI, gracias por pasarte. Claro que es así además de disfrutar de la alegría desbordante de todos ellos, te transporta a rincones de tu infancia que descansan en el baul de los recuerdos trayéndolos a la luz.
ResponderEliminarBesos
Hola Eva, que sorpresa pensé que detras de La Cala se escondía una persona joven. O sea que no tengo nada nuevo que descubrirte. Ya sabes lo que siente.
ResponderEliminarUn beso
Gracias Josefina por pasarte. Seguro que tendrás la suerte de disfrutar de un nieto. Es un regalo que los hijos nos dan impagable.
ResponderEliminarUn beso y feliz finde
Hola Javier, mi experiencia medice que a los nietos se les quiere primero porque son hijos de tus hijos y después por ellos mismos cuandos descubres su personalidad y rasgos de carácter y si tienes la suerte como yo de ser niña con los niños en un plano de igualdad, todo niño te es cercano, querido. Sus miradas limpias e inocencia son cautivadoras. Todo un tratado de psicologia.
ResponderEliminarY por supuesto como dices traen gratos recuerdos de mimos y abrazos.
Un beso
Hola Katy:
ResponderEliminarEste post refleja una cosa muy importante. Que no es otro que descubrir que al final, la vida nos regala momentos maravillosos y merece la pena vivirla.
Lo único, que me ha dejado un poco así es que no contases tu cuento. Seguro que hubieses llenado de orgullo a tu nieta.
Un abrazo
Hola Katy, llego tarde, pero me he encontrado con una entrada de lo más tierno. Me alegro muchísimo que tengas ese enorme regalo como abuela. Yo, como nieta, cada dia me acuerdo de las siembras de mis abuelos.
ResponderEliminarMuchos besos.
Así es Fernando pero no me pongas tan al final que aún tengo que dar mucha guerra :-)
ResponderEliminarEsta nieta tiene tres añitos (los cumple el día 3) y aún no sabe lo tímida que es su abuela. Aqui en el blog la ampara el anonimato por que si tampoco iba a decir nada.
Pero hice el esfuerzo!!! lei otro.
Un abrazo
Me encanta que hayas compartido esta experiencia positiva Nikkita. Es lo único que me gustaría, que el dia que faltemos nuestros nietos se acuerden de lo mucho que les hemos querido.
ResponderEliminarUn beso