En un país lejano, había un pueblo llamado Botones, porque en la antigüedad todos sus habitantes se dedicaban a fabricar botones que luego vendían en la gran ciudad. Hoy ya no fabrican botones porque sus habitantes tienen tiendas de todo tipo, hasta una fábrica de coches. Pero la mayoría se dedica al campo, en dónde cuidan de los olivos, que les dan aceite en abundancia.
En ese pueblo vivía un profesor muy sabio. Ya era mayor y había dejado de dar clase a los niños. Había nacido en ese pueblo y recordaba como sus abuelos se habían dedicado a fabricar botones. Además el guardaba un misterioso secreto. Su casita era de madera, tenía un jardín lleno de flores y un pequeño huerto que cuidaba con esmero. Los niños ya padres algunos, otros mayorcitos siempre recordaban con cariño sus enseñanzas. Cuando pasaban delante de su casa le saludaban
-Hola Don Paco, adiós Don Paco. A lo que el respondía con dulzura
Ve con Dios hijo, o vaya con Dios fulanita”
La casa de Don Paco estaba muy cerca de la Iglesia y del colegio, dónde el había pasado la mayor parte de su vida dedicado a la enseñanza. Cada día se acercaba al patio durante los recreos a jugar con algunos niños, les llevaba chuches, nueces y les contaba cuentos de cuando el era niño, mientras que ellos se comían sus bocadillos. Los niños le querían mucho. Un día uno de ellos llamado Tito le dijo: “Mi papá me dijo que cuando era niño, Ud. le contó un cuento de unos botones bailarines”
-¿No me digas Tito que tu padre se acuerda aún de esa historia?
-Pues si Don Paco, y nos gustaría que nos lo contara. Me ha dicho que no se acuerda muy bien pero que le gustó mucho.
Tocaron el timbre, se había terminado el recreo y tenían que volver a clase. Era viernes y Don Paco les dijo que el sábado fueran a su casa a merendar y que el les contaría la historia.
-Bieeennnn!!!!!! Gritaron todos a la vez. Allí estaremos.
Al día siguiente estaban allí como clavos llamando a la puerta.
-“Don Paco ya estamos aquí, ¿Nos abre?
-“Ya voyn ya voy oyeron la dulce voz del profe.
Se sentaron todos en el jardín con los ojos fijos en él.
-Bien me he decido contaros la historia. El protagonista fue mi abuelo y ocurrió hace muchos años atrás. Yo aún ni había nacido y fijaros lo mayor que soy!!!!!
Los niños se rieron porque era cierto, Don Paco tenía muchos años. Comenzó la narración:
Todo ocurrió en este hermoso pueblo, en dónde la gente se dedicaba a fabricar botones, de donde tomó el nombre nuestro pueblo, Botones. Había botones de muchas clases. Los había grandes, pequeños, brillantes, sencillos de colorines… etc.
En el pueblo no había colegio en esa época y mi abuela que era la maestra y enseñaba en los bancos de iglesia a los niños, mientras que el abuelo se dedicaba a fabricar botones. Mi abuelo era un verdadero artista y su fama llegaba a otros pueblos de alrededor.
Un día una niña llamada Inés enfermó, nadie sabía lo que le pasaba. Estaba todo el día triste, no quería comer, ni jugar, ni estudiar, solo lloraba y lloraba. Mi abuela Tere estaba muy preocupada y se lo contó a mi abuelo Lolo.
-Hay una niña que no hace más que llorar, y no hay cosuelo para ella.
-No te preocupes mujer le dijo mi abuelo. Mañana iré a ver si puedo averiguar que le pasa.
Al día siguiente fue con un cofre en la mano a investigar. La niña lloraba y lloraba y mi abuelo recogió las lágrimas y se las llevó a casa en el cofre. Trabajó toda la noche y al día siguiente logró fabricar los botones más maravillosos que nadie había visto jamás. Todo el pueblo se reunió para admirarlos. Entonces se oyó una vocecita que decía:
-“A estos botones tan preciosos solo les falta bailar” Era la voz de Inés
Los botones al oírla saltaron y saltaron dentro del cofre después salieron de él y desaparecieron para siempre. Por más que los buscaron nadie los volvió a ver jamás. Esto provocó tal risa en Inés que todo el pueblo se contagió, venga a reír, venga a reír, y así Inés se curó para siempre de su tristeza.
-Y ahora niños, entrad en casa que os voy a enseñar algo, dijo Don Paco.
Subieron al desván por una escalera de madera y allí Don Paco abrió un enorme baúl que estaba en un rincón tapado con una manta. Dentro del baúl había muchos pequeños cofres. Cada uno contenía diferentes clases de botones. Eran maravillosos. Miles de colores brillaban ante los ojos de los niños, que jugaron con ellos un buen rato y disfrutaron de lo lindo.
-Ahora veréis. Hay algo más que os gustará.
Cuando los botones lágrima se escaparon mi abuelo Lolo dejo de trabajar. Era tan mayor como yo ahora y se dedicó a fabricar juguetes con los botones para los niños. Así un día inventó los botones bailarines, en recuerdo de las lágrimas de Inés.
Don Paco se acercó a una estantería y bajó de él un pequeño cofre. Los niños guardaron silencio. ¿Qué escondía Don Paco en ese cofrecillo con tanto misterio?
-Aquí guardo un regalo que me hizo mi abuelo cuando yo tenía 5 años. Dijo Don Paco. Me regaló estos botones bailarines que guardo con mucho cariño. “Mete la mano Tito”
Tito sacó dos botones grandes. Uno rojo y otro verde
-Pero Don Paco ¡¡¡Estos botones no bailan!!!
-No seas impaciente. Mirad… y fijaros bien.
En unos instantes los botones comenzaron a bailar emitiendo un suave silbido.
-¡Que guay, que bonito! ¿Podemos venir otro día a jugar con ellos?
-Pues claro dijo Don Paco.
-Gracias por esta historia tan bonita y por dejarnos jugar. Adiós Don Paco. -Adiós chicos hasta otro ratito dijo el viejo profesor sonriendo contento.
Desde ese día en muchas casas los niños jugaron con los botones bailarines. Entre ellos vuestra abuela porque esta historia se transmite de padres a hijos desde que el abuelo Lolo los inventó.
P:D.
Lo mejor de toda la historia es que pasados unos días les hice dos botones bailarines y se los regalé en un cofre con mucho misterio, diciendo que había sido heredera de ellos.
En ese pueblo vivía un profesor muy sabio. Ya era mayor y había dejado de dar clase a los niños. Había nacido en ese pueblo y recordaba como sus abuelos se habían dedicado a fabricar botones. Además el guardaba un misterioso secreto. Su casita era de madera, tenía un jardín lleno de flores y un pequeño huerto que cuidaba con esmero. Los niños ya padres algunos, otros mayorcitos siempre recordaban con cariño sus enseñanzas. Cuando pasaban delante de su casa le saludaban
-Hola Don Paco, adiós Don Paco. A lo que el respondía con dulzura
Ve con Dios hijo, o vaya con Dios fulanita”
La casa de Don Paco estaba muy cerca de la Iglesia y del colegio, dónde el había pasado la mayor parte de su vida dedicado a la enseñanza. Cada día se acercaba al patio durante los recreos a jugar con algunos niños, les llevaba chuches, nueces y les contaba cuentos de cuando el era niño, mientras que ellos se comían sus bocadillos. Los niños le querían mucho. Un día uno de ellos llamado Tito le dijo: “Mi papá me dijo que cuando era niño, Ud. le contó un cuento de unos botones bailarines”
-¿No me digas Tito que tu padre se acuerda aún de esa historia?
-Pues si Don Paco, y nos gustaría que nos lo contara. Me ha dicho que no se acuerda muy bien pero que le gustó mucho.
Tocaron el timbre, se había terminado el recreo y tenían que volver a clase. Era viernes y Don Paco les dijo que el sábado fueran a su casa a merendar y que el les contaría la historia.
-Bieeennnn!!!!!! Gritaron todos a la vez. Allí estaremos.
Al día siguiente estaban allí como clavos llamando a la puerta.
-“Don Paco ya estamos aquí, ¿Nos abre?
-“Ya voyn ya voy oyeron la dulce voz del profe.
Se sentaron todos en el jardín con los ojos fijos en él.
-Bien me he decido contaros la historia. El protagonista fue mi abuelo y ocurrió hace muchos años atrás. Yo aún ni había nacido y fijaros lo mayor que soy!!!!!
Los niños se rieron porque era cierto, Don Paco tenía muchos años. Comenzó la narración:
Todo ocurrió en este hermoso pueblo, en dónde la gente se dedicaba a fabricar botones, de donde tomó el nombre nuestro pueblo, Botones. Había botones de muchas clases. Los había grandes, pequeños, brillantes, sencillos de colorines… etc.
En el pueblo no había colegio en esa época y mi abuela que era la maestra y enseñaba en los bancos de iglesia a los niños, mientras que el abuelo se dedicaba a fabricar botones. Mi abuelo era un verdadero artista y su fama llegaba a otros pueblos de alrededor.
Un día una niña llamada Inés enfermó, nadie sabía lo que le pasaba. Estaba todo el día triste, no quería comer, ni jugar, ni estudiar, solo lloraba y lloraba. Mi abuela Tere estaba muy preocupada y se lo contó a mi abuelo Lolo.
-Hay una niña que no hace más que llorar, y no hay cosuelo para ella.
-No te preocupes mujer le dijo mi abuelo. Mañana iré a ver si puedo averiguar que le pasa.
Al día siguiente fue con un cofre en la mano a investigar. La niña lloraba y lloraba y mi abuelo recogió las lágrimas y se las llevó a casa en el cofre. Trabajó toda la noche y al día siguiente logró fabricar los botones más maravillosos que nadie había visto jamás. Todo el pueblo se reunió para admirarlos. Entonces se oyó una vocecita que decía:
-“A estos botones tan preciosos solo les falta bailar” Era la voz de Inés
Los botones al oírla saltaron y saltaron dentro del cofre después salieron de él y desaparecieron para siempre. Por más que los buscaron nadie los volvió a ver jamás. Esto provocó tal risa en Inés que todo el pueblo se contagió, venga a reír, venga a reír, y así Inés se curó para siempre de su tristeza.
-Y ahora niños, entrad en casa que os voy a enseñar algo, dijo Don Paco.
Subieron al desván por una escalera de madera y allí Don Paco abrió un enorme baúl que estaba en un rincón tapado con una manta. Dentro del baúl había muchos pequeños cofres. Cada uno contenía diferentes clases de botones. Eran maravillosos. Miles de colores brillaban ante los ojos de los niños, que jugaron con ellos un buen rato y disfrutaron de lo lindo.
-Ahora veréis. Hay algo más que os gustará.
Cuando los botones lágrima se escaparon mi abuelo Lolo dejo de trabajar. Era tan mayor como yo ahora y se dedicó a fabricar juguetes con los botones para los niños. Así un día inventó los botones bailarines, en recuerdo de las lágrimas de Inés.
Don Paco se acercó a una estantería y bajó de él un pequeño cofre. Los niños guardaron silencio. ¿Qué escondía Don Paco en ese cofrecillo con tanto misterio?
-Aquí guardo un regalo que me hizo mi abuelo cuando yo tenía 5 años. Dijo Don Paco. Me regaló estos botones bailarines que guardo con mucho cariño. “Mete la mano Tito”
Tito sacó dos botones grandes. Uno rojo y otro verde
-Pero Don Paco ¡¡¡Estos botones no bailan!!!
-No seas impaciente. Mirad… y fijaros bien.
En unos instantes los botones comenzaron a bailar emitiendo un suave silbido.
-¡Que guay, que bonito! ¿Podemos venir otro día a jugar con ellos?
-Pues claro dijo Don Paco.
-Gracias por esta historia tan bonita y por dejarnos jugar. Adiós Don Paco. -Adiós chicos hasta otro ratito dijo el viejo profesor sonriendo contento.
Desde ese día en muchas casas los niños jugaron con los botones bailarines. Entre ellos vuestra abuela porque esta historia se transmite de padres a hijos desde que el abuelo Lolo los inventó.
P:D.
Lo mejor de toda la historia es que pasados unos días les hice dos botones bailarines y se los regalé en un cofre con mucho misterio, diciendo que había sido heredera de ellos.
29 de Mayo del 2006
Me ha gustado esta nueva idea, ya que a menudo aflora en ti tu lado infantíl y ojalá siga perdurando en el tiempo, para el disfrute de los pequeños. Ánimo
ResponderEliminarUn abrazo
Bueno es una ilusión la que tengo de reescribir los cuentos que tanto años atrás escribí a nuestros hijos y que ellos ilustraron, las obritas de teatro del Taller de tearo Talía, decorados y para que la disfruten los nietos.
ResponderEliminarSigue sigue que a mi tambien me gustan.
ResponderEliminarBonito cuento Katy. La magia existe y los botones bailarines son una muestra de ello. Que bella historia que me ha gustado por la ternura que tiene,
ResponderEliminarUn beso
Gracias Fernando, son sencillos y modestos. Lo mejor de todo es que pasado unos dias les hice dos botones bailarines y se los regalé en un cofre con mucho misterio diciendo que había sido heredera. Creo aún los conservan. Cuando eran pequeños les improvisaba cuentos a mis hijos, y lue¡go al tenerlos guardoados se los leúia a mis nietos:)
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