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Abel Pérez Rojas

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Forman parte de la orquesta

jueves, 15 de enero de 2009

El gusano locoloco I

Esta es la historia de un gusanito que nació en una huerta muy muy verde, en un enorme árbol. Era muy chiquitín y su mamá le explicó que este árbol se llamaba manzano. Su familia Llevaba muchos años en este árbol porque al dueño del manzano no le gustaban las manzanas. No era un buen árbol pero daba sombra y a los dueños de la huerta les gustaba descansar bajo el.
No sabes hijito la suerte que tenemos. A los demás árboles les echan pesticidas. Se llevan las manzanas les cortan las ramas, y a nuestro árbol lo dejan frondoso y a nosotros vivir aquí tranquilos. No tenemos que cambiar de casa nunca.
¿Qué son los pesticidas preguntó Locoloco? Pesticidas son unos líquidos que matan a todos los animalitos e insectos que se acercan al árbol, para que no se coman los frutos. Las frutas que dan los árboles y las verduras se recogen y se venden después en el mercado para alimentar a las personas y a veces a los animales.
Nosotros los gusanos también nos alimentamos de las hojas y de los frutos de este árbol. Al amo no le gustan las manzanas en general y menos estas que son pequeñas y ácidas, tampoco se podrían vender. Pero el árbol es grande, fuerte y frondoso. Así que a nadie le importa que nosotros los bichitos vivamos aquí. Nos comemos las manzanas y somos muy felices.
Locoloco preguntó: “ ¿Entonces no me puedo ir a los otros árboles de paseo?”
Ni se te ocurra le dijo mamá gusano. Muchos de nosotros lo intentaron y acabaron aplastados, fumigados o comidos por los pájaros. Aquí nadie nos molesta y vivimos felices.
Locoloco no entendía muy bien a su mamá pero se dijo que mejor era hacer caso de momento.
Su papá era un gusano muy muy gordo que no hacía más que comer y dormir. Algunas veces le contaba algún cuento divertido. Realmente era un poco vago.
Mamá gusano le explicó a Locoloco que tuviera especial cuidado con los pájaros porque ellos se alimentaban de las frutas pero les gustaban más los gusanos gorditos y en primavera los buscaban para llevarlos a sus polluelos.
Ten pues mucho cuidado Locoloco, no te alejes demasiado de nuestra casa, no te vayas a perder y nos quedemos sin nuestro hijito.
Pues vaya rollo se dijo Locoloco, no puedo correr ninguna aventura, no puedo salir, no me puedo alejar, no puedo hacer nada. Me aburro un poco, porque no tengo a ningun gusanillo pequeño por aquí cerca.
Locoloco tuvo un día una idea. Se subiría a una hoja y cuando soplara el aire la usaría de columpio. Después saltaría de una hoja a otra y subiría hasta lo más alto del enorme árbol. Saltando además se pondría fuerte como su papá.
Un día Locoloco le dijo a su mamá que se alejaría un poco para conocer a otros gusanos que vivían en el árbol.
Ten mucho cuidado Locoloco. “No te preocupes mamá” ya soy mayor y puedo cuidarme yo solito.
Anduvo saltando un buen rato de rama en rama hasta subir muy alto. Aquí las manzanas eran más grandes y rojas. Probó alguna y se dijo: “Hummm que ricas están, se lo tengo que contar a mis papás para que suban y las prueben.
“De momento me voy a tomar el sol, mientras hago la digestión. En esta hoja tan grande se está muy bien y calentito pensó” He comido mucho y no puedo bajar a mi casa de gorda que tengo la barriguilla.
Mientras estaba dormitando vio una sombra que se le acercaba.
¡Ay Dios mío, un pájaro que me va a tragar! No puedo moverme, ni esconderme. Que alas tan grandes tiene. Ya no veré más a mi mamá ni a mi papá se dijo. Estaba muy asustado. Cerró los ojos y esperó que el pájaro se lo tragara. Pero no pasó nada. Abrió un ojo y vio algo precioso. Algo que tenía grandes alas doradas y azules, y estaba a su lado mirándole.
Locoloco le dijo: “¿No vas a tragarme? “ ¿A que esperas?
No, no voy a tragarte. Yo soy una mariposa no un pájaro. Me llamo Dori y no me alimento de gusanos. Voy de flor en flor y como algún insecto como los pulgones, pero nunca un gusano. Antes de ser mariposa también fui un gusano, aunque un poco diferente que tú.
“¿Que haces aquí tu solo tumbado al sol le preguntó Dori a Locoloco?
Estaba descansando después de comer y tomando un poco el sol, antes de volver a casa. Vivo más abajo.
“No deberías de estar aquí le dijo Dori. Corres mucho peligro” He venido a decírtelo. Eres un gusano precioso, y los pájaros está deseando pillarte.”
Gracias de que tu no eres un pájaro dijo Locoloco“ ¿Puedo pedirte un favor?
Pues claro dijo Dori. Dime que es lo que quieres.
Veras, estoy solo y aburrido, solo veo hormigas y manzanas todo el día. Me gustaría aprender cosas nuevas. ¿Por qué no me llevas en tus alas de paseo por esta hermosa huerta y así podría saber un poquito más de la vida en la huerta?
Dori pensó que este era un gusanito muy listo y decidió enseñarle.
Y así Locoloco, el gusanito curioso se hizo muy amigo de Dori y juntos disfrutaron mucho. Dori venía todos los días un ratito y llevaba a Locoloco en sus maravillosas alas doradas. Lo primero que vio Locoloco fue su propia imagen en el arroyuelo que discurría por la huerta. Dori le explico que con el agua a se regaban los árboles y las verduras. Locoloco aprendió el nombre de muchas flores, descubrió nuevos insectos, probó otras frutas como peras, cerezas, ciruelas, melocotones……
Pero sobre todo aprendió a cuidarse. Aprendió también el valor de la amistad. Dori le presentó una gusanita amiga suya llamada Gusi y juntos jugaron y jugaron los tres todo el verano.
Un día a finales de otoño Dori se despidió de Locoloco y Gusi. Tenía que irse durante el invierno a otro país porque el frío dañaba sus doradas alas. Pero prometió a Gusi y a Lococloco que volvería en la próxima primavera, cuando a huerta se llenara de nuevo de preciosas flores y las manzanas estuvieran rojas.

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“EL TIEMPO QUE PERDISTE POR TU ROSA HACE QUE TU ROSA SEA TAN IMPORTANTE”. Saint-Exupéry

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