Pensamientos y valores dedicados a mis nietos “El tiempo que perdiste por tu rosa hace que tu rosa sea tan importante”. (Saint-Exupéry) Ellos son mis más hermosas rosas
"La mejor herencia que se le puede dar a un niño para que pueda hacer su propio camino, es permitir que camine por sí mismo." Isadora Duncan
"Estoy convencido que uno de los tesoros que guardan los años es la dicha de ser abuelo"
Abel Pérez Rojas
Abel Pérez Rojas
"No entiendes realmente algo a menos que seas capaz de explicárselo a tu abuela." Albert Einstein
Forman parte de la orquesta
viernes, 14 de diciembre de 2018
Cuento de Navidad
Este cuento me ha llegado a tavés de Facebook. Un amigo me lo ha enviado y me ha gustado en lineas generales y lo comparto. Al menos hace reflexionar por lo espontáneo sobre las celebraciones de estos días.
Cuento de Navidad
La ciudad ya está engalanada. Lleva así ya varios días, las luces estallando en color con su rutinaria tarea. Ahora me enciendo, ahora me apago.
Los comercios han vuelto a pintar sus escaparates con nieve artificial, dibujando abetos, bolitas de colores, Papá Noeles, cartelitos de “Felices Fiestas” en inglés y han colocado por doquier guirnaldas de vivos colores. A ver si así, alguien les elije a ellos y no al Corte Inglés para comprar sus regalos.
Por las calles hay ya tíos disfrazados del tipo ese gordo y colorado, que no sé, la verdad, cómo es capaz de bajar por las chimeneas. Todos actúan igual, venden ilusión a los niños con cara de pocos amigos, parece que están esperando que alguien se ría de ellos para poder lanzarse sobre su cuello a mordiscos, las barbas torcidas, el gorro mal puesto, ninguno dice “JO,JO, JÓ…” cuando casi te arrojan el folleto de propaganda que te dan.
Dentro de ti piensas: ¿Un Papá Noel de Bolivia?, ¡Qué raro!, pero te callas, claro, no vaya a ser que alguien te oiga y te acuse de facha, de racista y de cabrón…
Se escuchan villancicos salir desde la fachada de un centro comercial. Chirriquitín, dice.
¿A quién se referirá?, ¿Quién será el chirriquitín? A cualquiera que le preguntes, te dirá que es del hijo de La Esteban. ¿Niño Jesús?.... ¿Quién coño es ese?...
Al entrar todo rezuma ese buen rollo artificial que durante estos días hay por todas partes. Esa falsa amabilidad, ese falso preocuparnos por los demás. Hasta las dependientas se tornan amables estos días. Normalmente son inquisidores que te persiguen mientras miras algo: ¿Puedo ayudarle?...Y por mucho que digas, No gracias, ellas siguen detrás, impertérritas, mirando cada prenda que tocas, siguiéndote por los pasillos, con cara de reprobación.
Ahora también, ojo, acicateadas por las comisiones, que su jefe, el mismo que les mira el culo con descaro, les ha ofrecido esta campaña navideña. Pero ahora lo hacen sonrientes y amables. Feliz Navidad, te dicen. Pobreticas, a fin de cuentas están buscándose la vida, aguantando doce horas diarias la estupidez y la mala educación de la gente. No me extraña que no sonrían.
Amable explicas que no, gracias, que no quieres nada de Hermenegildo Zegna ni esos zapatos tan bonitos…Ni siquiera los pañuelos tan modernos, tipo Intifada, que tan de moda están ahora.
Otro pensamiento te inunda, pero también te lo callas, te lo guardas:
- No sabéis lo poco que os falta para usar, todas, pañuelos…Por cojones…
Y sigues tu camino, mirando a la gente que discute entre sí por los pasillos, que mira y remira los artículos, que pasan por tu lado y ni miran, o los que miran lo hacen con arrogancia y desprecio. Pocas personas se miran con amabilidad y respeto, contados con los dedos se han saludado con educación.
En los pasillos los atascos de carritos son espectaculares y sana lección del mundo que vivimos son, como diría el Maestro Yoda. Todos atascados, los carritos enredados y nadie cede, todos empujan, todos quieren ser los primeros, todos quieren pasar delante, todos se miran con odio.
Mientras los miro, me pregunto: ¿Dónde quedaron el pase usted primero, el disculpe, el perdone, el qué amable es usted…?
Alguien en medio del atasco dice por fin, más vencido que convencido, que son fiestas y que parecen críos. Mano de Santo, el atasco se disgrega en segundos, los guías de los carritos la cabeza gacha, avergonzados. Y el pasillo de los turrones, queda expedito de nuevo.
No. Aparece ahora una de esas máquinas limpiadoras con un operario que escucha el MP3 ajeno a todo. Ciego y sordo jinete, que si no te andas con mil ojos, te arrolla. A ti o a los niños que miran embelesados La Play3 y que se han escapado de las manos de su madre.
Te imaginas a ti mismo haciéndole una verónica al maldito trasto, mientras pasa a escasos centímetros de tus pies.
Detrás aparece su aliado y compañero. El Reponedor. Con la paleta eléctrica hasta arriba de cajas de mantecados. Éste sí te golpea sin contemplaciones si te agarra.
Es el amo, el Rey. Sin él, nada funcionaria. Es Dios. Hasta los clientes, que en última instancia, le dan de comer, deben apartarse de su camino.
Un abuelote, abandonado por su familia, no es lo suficientemente rápido.
¡CROCK!... ¡AY!...Y el del carrito, se aleja imperturbable, no ha dicho, ni media palabra.
A tu alrededor sigue el murmullo de cientos de voces, el parpadeo de las luces, el golpeteo continuo de publicidad y humo. Suena por el hilo musical otro villancico, el enésimo. Ahora los peces y el río:
-La Virgen se está peinando, entre cortina y cortina….
Y entonces miras hacia el Belén. Anacrónico, en un rincón. Conjunto de piezas que ya nadie mira. Ni siquiera al cagón bajo el puente buscamos ya. Abandonados por los que fueron sus más fieles, sus más leales.
Entonces veo asombrado. ¡No me lo puedo creer! Me restriego los ojos y vuelvo a mirar. Sí allí están. O no están, según se mire. No están ni San José, ni María ni el Niño…Tampoco está el mulo.
A través de las cristaleras, adornadas con estrellas fugaces, veo cómo se aleja cabizbajo, entre la multitud, un hombre tirando de un mulo viejo sobre el que va montada una mujer con un niño en brazos.
Nadie les hace el menor caso. Todos miran reprobadores las boñigas humeantes que el mulo va dejando tras de sí.
Otro pensamiento llega, esta vez a mi corazón, como una daga:
- Nos dejan lo que nos merecemos…
Antonio Villegas Glez. (Facebook: Héroes Olvidados)
Me pregunto también ¿Que celebramos?
Si no lo sabemos no me extraña todo este sinsentido. Para algunos depresión, tristeza, soledad, aburrimiento. Consumismo puro, derroche de algunos y angustia para otros..
¡Felices Fiestas a los que os asomáis por estas lindes!
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Bienvenido. Gracias por tus palabras , las disfruto a tope y además aprendo.