Llueve

“La lluvia tiene un vago secreto de ternura,
algo de soñolencia resignada y amable,
una música humilde se despierta con ella
que hace vibrar el alma dormida del paisaje”.Federico García Lorca
Estamos en el ansiado verano, largamente acariciado por un invierno más que pasado por agua que ha llenado nuestros pantanos casi al máximo de su capacidad.
¿Pero realmente me creo que estamos en verano?
El cielo se viste de gris y nubes oscuras flotan continuamente en el horizonte ausente de sol, que me hubiese devuelto al mágico otoño, a no ser por la naturaleza que luce verde y florida. Lleva lloviendo dos días. Mientras escucho la música de su repiquetear en los cristales, observo con atenta mirada la familiar estampa temblorosa de las gotas deslizarse por ellas.
No hace frío, tan solo llueve…
Las previsiones son de más lluvia, incluido el fin de semana y la piel que se estaba acostumbrando a los rayos del sol, se ha vuelto de nuevo húmeda.
La ciudad envuelta en neblina me devuelve la imagen de las calles desiertas y el eco del silencio de los jardines que han enmudecido de golpe, por la ausencia de los niños.
Columpios mecen el pensamiento a ninguna parte, mientras las copas de los árboles se esponjan con este maná del cielo, que empapa de nuevo sus sedientas raíces
Vuelve la melancolía en este instante, nostalgias sin añoranzas enmarcan mis estados de ánimo que se deja arrastrar por estos vaivenes y cambiantes corrientes.
Nunca me he preguntado el porqué de estas sensaciones, las he aceptado como algo natural en mí. Intento en vano esforzarme por encontrar una respuesta convincente, pienso...
sombra y silencio...
Por toda respuesta, lágrimas de lluvia fresca salpican los canales del alma...