El valor de lo cotidiano

Aprendamos a escuchar el valor de las cosas cotidianas, de los pequeños acontecimientos, y nos daremos cuenta que todo habla, todo se comunica con nosotros y todo nos ayuda a mejorar.
Con cada falta de delicadeza, herimos un poco a aquellos que nos aman.
Con cada desatención, somos más groseros e insensibles.
Con cada mirada de desprecio, alguien resulta golpeado.
Con cada gesto de impaciencia, damos una bofetada invisible a los que viven a nuestro lado.
Con cada perdón que negamos, lleva el sello inconfundible de nuestro egoísmo.
Con cada resentimiento que esbozamos, revelamos algo de nuestro amor propio herido.
Con cada palabra áspera que decimos, perdemos algunos puntos de bondad.
Con cada omisión que practicamos, perdemos la oportunidad de crecer como personas.
Con cada atención que negamos, alguíen se siente lastimado.
Con cada juicio malicioso, aflora nuestro lado mezquino.
Con cada burla que hacemos, aflora nuestro lado negativo.
Con cada espina que clavamos, lastimamos el corazón de un semejante
Con cada llanto que enjuagamos, hacemos más felices a los hermanos.
Con cada acto de esperanza,cantamos un himno a la vida.
Con cada sonrisa que obsequiamos, alguien se sentirá más feliz.
Con cada espina que arrancamos, alguien se sentirá aliviado.
Con cada rosa que ofrecemos estamos construyendo un mundo mejor.
Y con cada acto de desamor el mundo se siente herido, y perdemos de la oportunidad de contribuir con nuestro granito de arena a que sea cada vez más justo.

Así que antes de actuar midamos las consecuencias y tratemos siempre de dar lo mejor de nosotros.