"La mejor herencia que se le puede dar a un niño para que pueda hacer su propio camino, es permitir que camine por sí mismo." Isadora Duncan

"Estoy convencido que uno de los tesoros que guardan los años es la dicha de ser abuelo"
Abel Pérez Rojas

"No entiendes realmente algo a menos que seas capaz de explicárselo a tu abuela." Albert Einstein

Forman parte de la orquesta

lunes, 10 de marzo de 2025

No quiero ser un estorbo

 


No le tengo miedo a ser anciana, no le temo a las arrugas ni a la piel que se afloja como una sábana al viento. No me asustan los cabellos plateados ni el paso lento de mis propios pies. No le temo a la soledad, porque la he amado, la he hecho mi aliada, mi refugio.

Pero hay algo que sí me inquieta, algo que se esconde en la sombra de los años que aún no he vivido: el destino. Ese que juega con las cartas marcadas, que a veces te sienta en la mesa con una copa de vino y otras te deja esperando bajo la lluvia sin abrigo.

No quiero ser una carga, un suspiro de resignación en la boca de nadie. No quiero ver en los ojos de los demás el reflejo de mi fragilidad, de mi dependencia. No quiero que mi nombre se convierta en sinónimo de sacrificio ajeno.

Quiero ser viento, quiero ser brisa, quiero seguir moviéndome, aunque el cuerpo duela. Quiero que mi vejez sea un poema de libertad, un café con aroma a recuerdos, un óleo que aún busca su última pincelada.

No le temo a la vejez. Le temo a perderme en un destino que no elegí.

Milka Mag Torre

 

lunes, 24 de febrero de 2025

El escorpión y el ciervo


El escorpión picó al ciervo, y con el veneno ardiendo en su cuerpo, buscó refugio en la manada.Sin embargo, los demás ciervos decidieron expulsarlo para evitar que el veneno se propagara. El ciervo salió cojeando, llorando de dolor. No por la picadura, sino por el abandono y desprecio de su propia familia en el momento en que más los necesitaba.
Así se fue, ardiendo de fiebre, arrastrando una de sus patas, vulnerable a las noches frías.
Con cada paso, una lágrima caía.
Los ciervos en la manada lo vieron alejarse, observando cómo desaparecía en el horizonte. Algunos decían entre sí:
— Que se vaya... Morirá lejos de nosotros.
Y cuando el ciervo finalmente se desvaneció en la inmensidad del horizonte, todos estaban seguros de que había fallecido.
Algunos incluso miraban al cielo, esperando ver buitres volando.
Pasó el tiempo.
Mucho después, un gorrión llegó a la manada y anunció:
— ¡Su hermano está vivo! Vive en una cueva muy lejos de aquí.
Se recuperó, pero perdió una pata debido a la picadura del escorpión.
Le cuesta encontrar comida y necesita su ayuda.
Hubo un silencio. Luego comenzaron las excusas:
— No puedo ir, estoy pastando...
— No puedo ir, estoy buscando agua...
— No puedo ir, tengo que cuidar a mis crías...
Una por una, todas rechazaron la petición. El gorrión regresó a la cueva sin ayuda.
Pasó el tiempo nuevamente.
Mucho después, el gorrión volvió, pero esta vez con una noticia dolorosa:
— Su hermano ha fallecido... 
En ese instante, un peso cayó sobre todos. Un profundo lamento llenó la manada.
Quienes pastaban, pararon.
Quienes buscaban agua, dejaron las fuentes.
Quienes cuidaban crías, las olvidaron por un momento.
El arrepentimiento dolía más que cualquier veneno. ¿Por qué no fuimos antes?, se preguntaban.
Y sin medir la distancia ni el esfuerzo, todos partieron hacia la cueva, llorando y lamentándose. Ahora sí tenían un motivo para verlo, pero ya era tarde.
Al llegar a la cueva, no encontraron al ciervo... Solo hallaron una carta que decía:
"En la vida, muchas veces las personas no cruzan la calle para ayudarte cuando estás vivo, pero cruzan el mundo para enterrarte cuando mueres.
Y la mayoría de las lágrimas en los funerales no son de dolor, sino de remordimiento y arrepentimiento."

Eduardo Galeano 


La moraleja la sacamos fácilmente

lunes, 23 de diciembre de 2024

𝐃𝐢𝐜𝐢𝐞𝐦𝐛𝐫𝐞


𝐃𝐢𝐜𝐢𝐞𝐦𝐛𝐫𝐞

Siempre llega con ese aire de cierre, como si la vida nos pidiera una pausa para mirar hacia atrás y tomar lo bueno, lo malo y lo aprendido. Es un mes que trae luces y risas, pero también un poco de melancolía. Nos recuerda a las personas que están lejos y a las que, aunque quisimos mucho, ya no nos acompañan. Y mientras tanto, las cenas, las reuniones y el caos nos invitan a reflexionar en medio del bullicio.
Es el momento perfecto para abrazar a quienes están cerca, no solo con los brazos, sino con el corazón. También es una oportunidad para sentarnos con nosotros mismos, sin juzgarnos, sin buscar culpables, y pensar: 

"¿Qué puedo hacer diferente?
¿Cómo puedo ser mejor, más feliz, más libre?". 
Porque este mes no solo cierra un capítulo, también abre otro, y dependerá de nosotros escribirlo.
Así que aprovechemos. Dejemos que el retrovisor nos sirva para aprender, pero miremos al frente con ilusión.
Cambiemos lo que haya que cambiar, dejemos atrás lo que nos pesa y abracemos lo que viene.
Porque, al final, diciembre no es el fin: es la oportunidad de un nuevo comienzo.


Alan Reyes.

lunes, 16 de diciembre de 2024

El cuarto Rey Mago

                         


Hay una leyenda que sin ser parte de la Revelación, nos enseña lo que Dios espera de nosotros.
Se cuenta que había un cuarto Rey Mago, que también vio brillar la estrella sobre Belén y decidió seguirla. Como regalo pensaba ofrecerle al Niño un cofre lleno de perlas preciosas. Sin embargo, en su camino se fue encontrando con diversas personas que iban solicitando de su ayuda. Este Rey Mago las atendía con alegría y diligencia, e iba dejándoles una perla a cada uno. Pero eso fue retrasando su llegada y vaciando su cofre.
Encontró muchos pobres, enfermos, encarcelados y miserables, y no podía dejarlos desatendidos. Se quedaba con ellos el tiempo necesario para aliviarles sus penas y luego procedía su marcha, que nuevamente era interrumpida por otro desvalido. Sucedió que cuando por fin llegó a Belén, ya no estaban 
los otros Magos y el Niño había huido con sus padres hacia Egipto, pues el Rey Herodes quería matarlo.
El Rey Mago siguió buscándolo, ya sin la estrella que antes lo guiaba. Buscó y buscó y buscó... y dicen que estuvo más de treinta años recorriendo la tierra, buscando al Niño y ayudando a los necesitados. Hasta que un día llegó a Jerusalén justo en el momento que la multitud enfurecida pedía la muerte de un pobre hombre. Mirándolo, reconoció en sus ojos algo familiar.
Entre el dolor, la sangre y el sufrimiento, podía ver en sus ojos el brillo de aquella estrella. Aquel miserable que estaba siendo ajusticiado era el Niño que por tanto tiempo había buscado. La tristeza llenó su corazón, ya viejo y cansado por el tiempo.
Aunque aún guardaba una perla en su bolsa, ya era demasiado tarde para ofrecérsela al Niño que ahora, convertido en hombre, colgaba de una Cruz. Había fallado en su misión. Y sin tener a dónde más ir, se quedó en Jerusalén para esperar que llegara su muerte.
Apenas habían pasado tres días cuando una luz aún más brillante que mil estrellas llenó su habitación. ¡Era el Resucitado que venía a su encuentro!
El Rey Mago, cayendo de rodillas ante Él, tomó la perla que le quedaba y extendió su mano mientras hacía una reverencia. Jesús le tomó tiernamente y le dijo: “Tú no fracasaste. Al contrario, me encontraste durante toda tu vida. Yo estaba desnudo, y me vestiste. Yo tuve hambre, y me diste de comer. Tuve sed y me diste de beber. Estuve preso, y me visitaste. Pues yo estaba en todos los pobres
que atendiste en tu camino. ¡Muchas gracias por tantos regalos de amor!
Ahora estarás conmigo para siempre, pues el Cielo es tu recompensa.”

La historia no requiere explicación... nosotros somos el cuarto Rey Mago y Jesús espera que le encontremos en cada persona necesitada que se cruce en nuestro camino... Ese encuentro con Jesús que vive en cada  hermano y hermana que sufre—Nos acompañe durante todos los días de este año que comienza.....

“EL TIEMPO QUE PERDISTE POR TU ROSA HACE QUE TU ROSA SEA TAN IMPORTANTE”. Saint-Exupéry

“EL TIEMPO QUE PERDISTE POR TU ROSA HACE QUE TU ROSA SEA TAN IMPORTANTE”. Saint-Exupéry
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