
"Un secreto", le contestó, "que solamente conocerán tú y tus hermanos el día en que me muera, pues ahí está toda mi herencia". Al día siguiente lo enterró debajo de su lecho. Cuál fue su sorpresa que a partir de entonces, un hijo al menos lo visitaba durante el dia. Le llevaban leche y miel, y entre los cuatros hijos le mantenían su choza bastante limpia. Un día al viejo se le detuvo el tiempo muriendo en su granja.
De inmediato los hijos se dieron cita, no tanto para velarlo, por supuesto, sino para ver a cuánto ascendía su herencia. Y cuál fue su sorpresa que una vez desenterrado y abierto el cofre, lo único que encontraron fue un trozo de papel que decía de su puño y letra, un poco torcida y temblorosa: "Hijos míos:
El auténtico amor no espera, se entrega generosamente sin esperar recompensa. Mi única herencia es que aprendan a amar; hubiera deseado dejarles más, pero mi único legado es darles las gracias por lo que me dieron en vida.
"Los cuatro hermanos al fin comprendieron que un buen padre puede dar la vida por sus hijos, pero algunos no entregan nada en vida a sus padres. En profunda reflexión y con lágrimas en los ojos, le dieron finalmente una digna sepultura, y uno de ellos, cuando arrojó el último puñado de tierra, le despidió diciendo: "TE PROMETO AMAR SIN ESPERAR"
Miguel Angel Cornejo
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Bienvenido. Gracias por tus palabras , las disfruto a tope y además aprendo.