Mi rutina diaria

Llegó la primavera y las lluvias al fin nos han dado un respiro
Como hago casi todos los días del año me he ido a hacer los recados, pero hoy algo más contenta que de costumbre. Los rayos del sol estaban animados y me encontraba muy a gusto dentro de mi piel. Entre unos cuantos saludos a conocidos las rutinas de cada día se me hacían más evidentes. Mientras iba de aquí para allá mis pensamientos me llevaron a observar con más detalle mi entorno habitual. Descubrí los mismos dueños paseando los perritos, algunos disimulando para no recoger las cacas que sus animalitos dejaban desperdigadas.


Los camiones con su carga a cuestas estaban obstaculizando como siempre a los turismos que impacientes tocan la bocina aunque no tenían ninguna prisa.
Los vigilantes del servicio de aparcamientos como buitres a la caza del posible pardillo o listillo que estaciona su coche unos segundos para sacar dinero del cajero para cascarle multa. El negrito de rigor en su puesto de trabajo a las puertas del súper repitiendo lo único que sabe en español “Buenos días señora” “Gracias señora”.
El trasiego normal de los compradores con sus carritos haciendo acopio para el fin de semana y los ecológicos tirando botellas y cartones en los contenedores para tal fin.
Miré con ternura a los viejucos de siempre en los bancos contándose sus males y dolencias junto las niñeras con sus carritos de bebés en buena compañía, observando a los peques corretear detras de las palomas, mientras algún que otro parado lee segunda mano en busca de trabajo.
Los pintores y obreros con sus trajes de faena comiendo sus bocadillos para reponer fuerzas en la ventanilla del bar dónde ya son clientes habituales cada mañana.
Un perfecto engranaje que funciona todos los días del año, siempre igual y que suele pasar casi siempre desapercibido por la monotonía.
Aparentemente nada había cambiado. Solo yo parecía estar más feliz esta mañana.
Al fin descubrí con regocijo algo nuevo, que las aceras y jardines se habían llenado de terrazas dónde los dueños de las cafeterías y bares se afanaban por poner sus mesas a punto bajo los árboles que ya empiezan a verdear.